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A 20 años del 'Dopethrone' de Electric Wizard

A 20 años del 'Dopethrone' de Electric Wizard

20 años de que Electric Wizard pactó con El Diablo. 

Derritiéndote. Sentado en tu sillón quemándote por el ácido y diluyendo tu mente entre humo. Ceniza de cigarro y olor a cerveza quemada. Los problemas pueden acabar mientras el audio esté lo bastante fuerte para alejarlos de ti. Un bosque tenebroso donde uno de los tantos demonios de tu cabeza te acecha. Puedes correr, pero están en todas partes. Nos vemos en el infierno, dijo Electric Wizard al momento de pactar con El Diablo y crear un soundtrack que te llevaría directo al inframundo. Los de Fu Manchú decían ser los reyes del camino. No sabían que la bestia se desataba en Inglaterra. 

Dopethrone nacía hace 20 años. Un momento culminante para el trío de Dorset. Ya habían puesto marcha al doom en Reino Unido con Come My Fanatics..., pero aquí se presentaba la graduación. Más agresivo, con un Jus Oborn poseído. La distorsión en la banda alcanzaría niveles muy bajos. Tenso y espeso, los adjetivos sobran cuando se habla de la obra maestra de los hechiceros. El culto al LP viene de su trasfondo: las referencias al cine serie B y de bajo presupuesto, los guiños en las letras nihilistas y un rotundo amor por la obra de Lovecraft. “Esta dimensión de la miseria es mi penitencia”, arranca un Jus con una disociación en la voz más pronunciada en Vinum Sabbathi. Nombre que tomaría una banda nacional que de igual forma hace ruido potente y revienta cráneos.  

Nos vemos en el infierno.

El tercer disco de la banda te patea. Funeralopolis saca el lado misántropo del ‘Eternal’ Oborn. Tal vez el clásico más podrido del proyecto. “No me importa este mundo, no significa nada... la vida no tiene sentido, mis sentimientos están entumecidos” ... recita en una voz infernal mientras el sucio sonido del grupo tritura tu cerebro. Un taladro que taladra tus sentidos. La oscuridad tomaba un nuevo sentido. Un Master of Reality triturado y llevado al manicomio. La pieza por excelencia para saber qué es Electric Wizard. “Weird Tales” traía el ahora clásico momento del doom/stoner donde las canciones se extienden hasta por 10-20 minutos. Canciones entrelazadas que iban de arriba para abajo. Machacando al escucha, conectadas por vibraciones y efectos de ciencia ficción. Otras por alteraciones de riffs, más no por solos interminables de guitarra. La pesadumbre es lo importante.  

“Barbarian y “I, The Witchfinder son temas colosales del Dopethrone. Abrasivos y con un conducto repleto de líquido tóxico con una voz que retumba en la tormenta de riffs. Una atmósfera radioactiva que escupe sangre. Uno de los puntos altos con espeluznantes y trituradores sonidos de cuerdas. Una carretera solitaria donde ningún cuerdo se atrevería a entrar. Siempre que crees que Electric Wizard no podría estar más abajo, te demuestran tu error cada segundo. Es obligado subir el volumen para escuchar el género. No sabe igual si puedes escuchar el exterior. 

“The Hills Have Eyes y We Hate You son el preámbulo del cierre. He dicho mucho sobre la pasión de Jus en el disco, pero dejar fuera a Tim Bagshaw Mark Greening es imposible. El bajo es brutal, se le dio su lugar en la banda y eso fue un factor de alabanza entre la crítica y los fans. La batería simplemente estaba siendo pulverizada. Dopethrone se encarga de finalizar los 71 minutos de absoluto poder, pesadumbre y crujidos. Una pieza que ronda los 20 minutos y que te destruye de a poco. Los ingenieros del doom se abalanzan contra tu psique y te entregan como tributo ante oscuras entidades. 

El clásico cumple 20 años. Mandando la buena producción por un caño, Electric Wizard pactó con El Diablo hace dos décadas y los convirtió en sus súbditos por excelencia. ¡Nos vemos en el infierno!