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Qué bonito que se está cuando se está bonito.
Alguna vez alguien me indagaba sobre la soledad. Aquel estado anímico de las personas en donde se encuentran apartadas de todo. Que si bien es cierto es un momento de concordia propia y retrospectiva interpersonal, de alguna manera no hay soledad como tal. Pues afuera, sobre las calles y los lugares, hay personas a descubrir y conocer, es solo cuestión de arrancar la cadena y comenzar una nueva.
La terquedad es uno de los dotes más arraigados en Fabiola, más cuando algo se le incrusta en la cabeza y es difícil sacarla de ahí. Fue justo por ella, y una de sus arrogantes peticiones, que accedí a una cita con su compañera de facultad. El encuentro se presentó en una cafetería de comercio familiar. Su futura colega me otorgó una arrogante velada con un solo tema de conversación: su MiniCooper. Después de pagar la cuenta y atender una breve encuesta de satisfacción, salimos del lugar y perdimos comunicación. Tres días después, recibí un mensaje de texto de un número desconocido. Es así como la cadena comenzó a forjarse.
La notificación de texto que había recibido era de Vanesa, aquella mesera que me sirvió un té chai en mi cita anterior; confesó haber extraído mi número telefónico de la encuesta que respondí antes de salir del lugar. A partir de ahí conversamos hasta llegar a un encuentro: una reunión de amigos con carne asada y vino tinto. Fue una convivencia donde la charla fluyó bien con ella y el resto de sus compinches; conversamos de todo y de nada a la vez, conocí gente influyente y otros pizpiretas. El momento fue enriquecedor para explorar nuevos mundos.
Salí de ese encuentro con mi bienvenida a su grupo de WhatsApp. De ahí brotó otro plan para asistir a un partido de futbol. Ahí conocí al novio de Vanesa y también su poca intención de probar algo distinto conmigo. La finalidad de alguna señal entre ella y yo se transformó en una manera de partir camino a diferentes rumbos.
Del grupo de WhatsApp conocí a Alfredo, el chef de un restaurante de cocina argentina al que le llama “El Barrio”; sin importarle que no me parece auténtico ya el nombre del lugar, hicimos buena mancuerna. Me invitó a su local y conocí su sazón y a su hermana Luisa. Ella es una abogada especializada en divorcios y manutenciones, un tema que me da pesadillas cada que se menciona. La conexión fue instantánea y así surge una nueva historia.
Nos encontramos tres veces la misma semana después de habernos presentado. Compartimos mucho conocimiento, experiencia y decepciones. Confesó también sus intenciones de avanzar en una situación amorosa, localizar su “segunda mitad” y ya crecer en ese aspecto… aunque al día de hoy sigo sin comprender a qué se refiere con “crecer”, como si fuese el progreso una meta forzosa a cumplir.
En una tarde de té con Luisa saltó el tema de su religión y lo importante que es estar apegada a ella. Fue allí donde quebramos interacción, pues no le interesa relacionarse con alguien que no comulgue con su fe. La despedida no fue tan tajante, pero se dio. Sin embargo, más que embarazoso fue funcional, pues gracias a ella conocí a Rocky y Marco, sus rommies, ambos profesores de tenis en un deportivo en la ciudad. ¡Estoy fascinado con ellos y la emoción de poder aprender el deporte! El único inconveniente es su nivel de insistencia, muy tercos como Fabiola.
Su intención de conectarme con una colega suya fue tan testaruda que accedí; fue fácil porque ellos cerraron todo. Lamentablemente el encuentro con ella no se dio; Alma no llegó y experimenté el abandono en una cita. Sin más, aproveché esa mañana para hacer un trámite en el banco. No me arrepiento de la decisión, pues la atención y conexión con la Ejecutiva de Cuenta fue tan favorable, que mi cita cancelada se remontó con ella, ese mismo día, en el restaurante chino del costado de la sucursal bancaria. Un abandono me trajo una bienvenida.
La situación de Tamara es compleja. Aquella empleada de banco es una persona que desea conocer más gente y ampliar su círculo social, pero su relación amorosa se lo complica. Al parecer su compañero sentimental es un sujeto aprensivo que limita su intención de convivir con desconocidos, así que nuestro encuentro fue un tanto clandestino. Como haya sido fue inolvidable. Tamara tiene la apertura de buscarme cada que tenga intenciones de convivir. Sin duda este encuentro se lo narré al par de tenistas y de manera terca, continúan insistiendo en más contactos suyos para mi interacción.
Días después, en el aniversario de Dana (una prima sureña) me presentaron a Valeria. Una mercadóloga de derecha con altos estándares de belleza y un sentido de clasismo elevado. Aun así, conversamos. Era quisquillosa pero brusca al hablar. Tenía idea de lo que quería decir, pero estaba bloqueada para transmitirlo. A mitad de la charla dio por hecho que había alguna intención de mi parte y metió freno de mano al llamar a su novio para traerlo a la conversación. Un buen sujeto, todo lo contrario a ella.
En otra reunión con los mismos invitados me enteré que Valeria había terminado su relación con aquel sujeto. Lo supe porque el mismo sujeto me lo contó. Me platicó otras tantas cosas también en aquella convivencia. Tanto conversamos que hoy en día lo puedo considerar un valioso amigo. Ahora es mi compañero de tocadas punk y festivales de metal.
Al siguiente sábado recibí una solicitud de amistad en Facebook. Una dama desconocida de perfil latino. En la indagación resultó pariente de un antiguo conocido. Sin más la conversación fluyó de un continente a otro, con diversas historias a narrar y grandes descubrimientos por hallar. Al parecer fueron algunos textos los que nos empataron. Gracias a ello ahora tengo una enriquecedora comunión al conocer a tan primorosa viajante y retomé mi amistad con el antiguo conocido en común.
Como última consecuencia, al salir del trabajo una noche de jueves decidí visitar un bar de música en vivo con la única finalidad de despejar la mente de tanta vulnerabilidad. Así que solo, en un bar de motociclistas, pedí un whisky en las rocas y disfruté del momento. Misma noche que, en un atrabanque de fragilidad, terminé brindando con el vocalista y dos invitadas suyas que habían viajado de provincia para verlo. Ahora espero ansioso poder tomar carretera y que el cantante Charly y yo podamos ir a visitarlas.
Si esta cronología fuese una tesina colocaría como simple hipótesis que es bonito conocer gente nueva, aprender a conectar con ellas e ilustrarse de las vivencias. No sabemos si la separación que nos arraigó la pandemia, la desconfianza que existe en las calles por la inseguridad o el simple narcisismo de los seres es aquello que nos desapega. Pero es una realidad que la comunicación interpersonal es una de las actividades más satisfactorias en este universo.
Esto se trata de conocer personas, descubrir lo diferentes que somos y lo parecido que eso nos hace, básicamente porque es bonita la gente cuando hay calidad, esa que habla y no miente. Es bonita la gente que es de verdad, aunque venga y se vaya; simplemente es bonita la gente que tiene y que da, que es diferente y vive el presente; siento que Jarabe de Palo comparte mi hipótesis sobre lo bonito. Ahora que lo describo así… me parece que todos requerimos una “Fabiola y su terquedad” para que nos empuje a abrazar desconocidos e iniciar la cadena de valor.
Para Pau Donés; se le echa de menos.
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