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La Tribu

La tribu y el violento silencio.

Al referirse a La tribu (su ópera prima), el cineasta de origen ucraniano Miroslav Slaboshpitsky dice que “este es un homenaje al cine silente, donde los actores se comunican a través de la pantomima". Y afirma que “este tipo de películas se producen casi todos los años, pero todas las que he visto mantienen la estilización del cine mudo. Para mí la meta principal era realizar un filme silente más natural y realista, uno que pudiera ser fácilmente entendido sin palabras”.

Para conseguir tal meta, cualquier situación existente en la película que implicase un diálogo entre los personajes, es sustituda por el lenguaje de señas. El mismo director explica que esta decisión responde mas que nada a una propuesta estética, “La lengua de señas es como la danza, el ballet o el teatro kabuki, y no es grotesco porque la gente realmente se comunica de esa manera”, y sostiene que con ello ha encontrado un camino distinto a las tendencias vigentes que utilizan la ausencia de diálogos como parte de un discurso narrativo.

Lo que es cierto es que su debut ha causado tal revuelo que ha hecho que rápidamente lo hayan situado como una de las promesas del cine joven en Europa del Este. Y no es para menos, ya que su primer largometraje es un intenso y crudo relato que destaca no solo por logar el objetivo deseado por su creador, sino por ofrecer el polémico retrato de un grupo de jóvenes inmersos en la violencia y la degradación.

Todo esto nos es presentado a través de los ojos de Serguéi, un joven que llega a un internado para sordomudos de apariencia normal y donde todo parece transcurrir con tranquilidad. Pero una vez que se ha instalado, pronto descubre que allí no existe una verdadera autoridad, ni piedad, ni compasión para nadie. Los únicos que ejercen un mando son una pandilla (formada por los mismos internos) que se dedica a efectuar diversas felonías más allá de los muros de la institución. Tras un rito de iniciación, el recién llegado se integra y toma parte activa de las actividades criminales de esta “tribu” en el mundo exterior, que incluyen hurtos, asaltos y prostitución.

Al carecer de diálogos, subtítulos o cualquier otro apoyo verbal, el reto de la película era conseguir no solo que las situaciones presentadas fueran inteligibles, sino que lo consiguieran transmitiendo emociones y sensaciones, estados de ánimo y atmósferas. Y lo logra cabalmente, gracias principalmente a un formidable trabajo de los actores principales (no profesionales, por cierto), quienes se apoyan en gestos, ademanes y otras herramientas de expresión corporal para comunicar diversas emociones, además de lograr representar para la pantalla momentos verdaderamente perturbadores. Esto aunado a un cuidadoso trabajo de composición de escenas, que se vale de elementos como el punto de fuga, tomas abiertas y planos generales o de conjunto que por un lado crean una cierta distancia entre el espectador y los protagonistas, a la vez que refuerzan en el primero la idea de fisgonear en la intimidad de los personajes. Lo cual es clave para adentrarle en ese universo de agresión, abandono y soledad, de personajes rodeados por el crimen y la violencia a todos niveles y que terminan poseídos e integrados a ese microcosmos corrompido y desesperanzador que no es sino un tenue eco de los tiempos que corren.

Esta película forma parte del 35 Foro Internacional de la Cineteca.

La Tribu