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"Por primera vez en la historia de las artes... el hombre encontró el medio para imprimir el tiempo y, simultáneamente, la posibilidad de reproducir ese tiempo en la pantalla tantas veces como lo desease, de repetirlo y regresar a él: adquirió una matriz de tiempo real." (Tarkovski)
El pasado jueves 4 de abril fue el cumpleaños de Andrey Tarkovski (1932-1986), uno de los cineastas más importantes del pasado siglo, por tal motivo en este espacio quisiéramos ofrecer una breve semblanza sobre su vida, obra y pensamiento.
Nacido en la Rusia de la Unión Soviética, hijo de un controversial poeta, Tarkovski dejó legadas a la humanidad no más de once cintas, trabajos fundamentales en la historia del cine moderno. En su momento Tarkovski fue un artista descastado en su patria, puesto que le tocó abrirse paso en una época difícil, la última fase de la URSS. En medio de tan complejo contexto político-social estudió pintura, escultura, música y lenguas orientales antes de interesarse por el cine e ingresar al Instituto Estatal de Cinematografía de todas las Rusias; bajo la tutela de Mijail Romm. Tarkovski es de los pocos creadores que ha logrado consolidar sus diferentes formaciones en una visión única: la idea del cine como una manera de esculpir sobre el tiempo (del original ruso Sapechatliónnoie vremia).
Después de su primera película, La infancia de Iván (1962), comienza a sentir la necesidad de dar una forma definida a todas sus ideas en relación al fenómeno cinematográfico. Él vio en el cine una excitante paradoja que no dejó de obsesionarlo: por un lado, la amenaza siempre latente de lo mercadotécnico (carente de sustancia espiritual alguna); por el otro, la promesa de un poderoso mensaje artístico expresado en imágenes tomadas del mundo real que se transmutan en poesía.
Tarkovski también trasciende los temas meramente sujetos al quehacer fílmico; en ocasiones las preocupaciones del autor nos llevan hacia consideraciones en materia estética, filosófica, moral: "El artista a través de las imágenes que engendra se proclama como un explorador del universo.”
Entre sus películas más importantes se encuentra Andrey Rublyov (1966), Solaris (1972), El Espejo (1975), Stalker (1979) y El Sacrificio (1986). En muchas de ellas podemos ver expresada con una poderosa fuerza visual toda la concepción estética de este autor. Estos filmes presentan escenarios donde la realidad se mezcla con el sueño y el recuerdo a través de la presencia del agua, elemento esencial de la poética tarkovskiana: quizá la cinta Solaris podría concretar como la máxima expresión de este recurso. Quizá podría decirse que esos sueños poesía líquida han sido lo que este realizador le ha legado a la mirada del espectador.
El Espejo