Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Qué pretendía ese lunático de Figueroa cuando pintó, a través de sus fotos, a los actores mexicanos como si de esculturas griegas se tratasen.
En Miradas múltiples (la máquina loca) el director mexicano Emilio Maillé rindió un portentoso elogio al trabajo de uno de los más importantes escultores de la imagen cinematográfica: al cinefotógrafo, Gabriel Figueroa. A través de un recorrido que va desde las imágenes tomadas de la obra de aquel maestro de la foto, así como mediante las opiniones de cinefotógrafos de la talla de Javier Aguirresarobe, Eduard Grau, Ángel Goded, Gabriel Beristain y Lula Carvalho, el director de este documental logra esbozar ante nuestros ojos la importancia del trabajo de Figueroa. Su mecánica interna, por decirlo de algún modo, es descrita con gran belleza por el fotógrafo Lula Carvalho: “Vislumbro a Figueroa como a un arquitecto azteca que construyera pirámides con la imagen”.
Asistimos a la plática que Maillé dio sobre su pieza, posterior a una proyección en este décimo festival de cine de Morelia, y logramos que el realizador nos regalara algunos comentarios. Por ejemplo, sobre la decisión de convocar a los fotógrafos vistos en pantalla y no a otros, Maillé nos comentó: “Hubo muchos nombres que tuve que dejar fuera de mi lista inicial aunque quizás el setenta porciento sí se quedó en el documental. Todo dependía de la agenda de cada fotógrafo… Sobre todo tuvimos problema con los norteamericanos, por la cuestión de los agentes y todo eso.”
Entre los nombres que se quedaron fuera, Maillé nos señaló el de la cinefotógrafo francesa Agnès Godard (Simon Werner a Disparu y Sister), de quien tuvo que prescindir por no coincidir en tiempos: “Le mandé libros y documentos, al principio se mostró interesada y quedamos en vernos. Tuvimos una primera cita fallida y después una segunda, igual de fallida; después de eso se complicó mucho la relación y tuvimos que descartar la posibilidad de tenerla en la película”.
Además de ello, la cinta fue musicalizada por el compositor británico Michael Nyman. Cuando le preguntamos sobre cómo se dio esta mancuerna, esto fue lo que nos respondió: “Cuando le platiqué a Nyman sobre el proyecto, él propuso escribir algo para el documental. Pero por cuestiones de tiempo esto ya no fue posible; entonces él nos dijo que usáramos lo que quisiéramos de su música. Y ya sabrás que la música de Nyman es bastante particular y complicada, digo, que tiene una firma que se reconoce fácil. Así que decidí usar lo que menos sonara a él; lo que respondiera más a ese carácter hipnótico de las imágenes de Figueroa. Todo esto buscando no caer en documentales clásicos (ya he hecho de esos), sino generar una lectura más subjetiva; expresar más esa cosa enloquecida que subyace en las imágenes de Figueroa, con esta música. Esa perspectiva de máquina que repite y repite imágenes obsesivamente…”