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Rock del Estudiante

Rock del Estudiante


10/May/2013

Por muchos años, el realismo literario en México pretendió abarcar (con brazos no tan grandes como para lograrlo) grandes espacios. El estilo fue intentar definir y denunciar realidades, crear una conciencia nacional o hablar de ella. Podemos mencionar a Carlos Fuentes y sus gordas novelas, o a Octavio Paz en su espléndida ensayística, pero este país tiene tantas ramas artísticas como efemérides oficiales; será por riesgo propio quedarse a escuchar una sola voz.

En la década de los sesenta apareció una generación de escritores jóvenes que desarrollaron la mexicanidad sin arqueologías ni profundas revisiones ideológicas, pero que hablaron con una franqueza inusitada de la sociedad. Mal juzgados en su tiempo, se creyó que eran escritores pop cuando incluyeron en su narrativa a la música, la fiesta, al ya chole chango chilango y lo callejero. Lo cierto es que escribieron sobre temas prohibidos cuando la juventud mexicana se descubría sexual, irreverente y subversiva, es decir, la época más cruenta del PRI. Los escritores de la denominada literatura de la onda fueron, muy a su modo, realistas.

Una de las novelas más importantes de este periodo es Gazapo de Gustavo Sainz, su opera prima, libro consistente y terso que indirectamente inaugura el experimentalismo en la novela mexicana.

Se trata de la historia de Menelao, estudiante preparatoriano que  huye de la terrible casa familiar cuando el patriarca condena y prohíbe su noviazgo con Gisela, personaje por demás inofensivo. Gisela es una niña criada en la mojigatería más fundamentalista de México, pero acompaña a su querido Menelao en una aventura rebelde en la que ambos tienen hilarantes experiencias iniciáticas en lo que al sexo se refiere.

A su vez, Menelao tiene muchos amigos que intervienen con el registro de sus voces en la trama de Gazapo. En su lista de malas compañías se encuentra el obsesionado con perder la virginidad, el que no se involucra en los problemas más graves y el que es un compañero leal hasta la muerte. La forma audaz en la que Gazapo se estructura, hace de la novela algo fresco y completamente libre, la temporalidad es algo más que una simple narración de los hechos. Mediante fragmentos de diario, grabaciones de voz y cartas, en la historia van incluyéndose los deseos y distintas opciones en las que hubiera deseado resolver sus problemas.

Falto de sentimentalismos y lugares comunes, Gazapo es un libro fundamental, lleno de albures, peleas y ternura; un libro que traza un mapa vivo de la ciudad de México, recorrido no por el historicista sino por el peatón corriente. Hacen falta libros tan vitales como este.

REDACCIÓN: