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La fiesta de despedida

La fiesta de despedida

La fiesta de despedida y los dilemas sobre el buen morir.

Yehezkel y Levana son una pareja de ancianos que viven en un asilo ubicado en Jerusalén. El primero tiene el don de poder hacer ingeniosos gadgets por medio de los cuales busca ayudar a otros octogenarios —y a su propia esposa— a hacerles más llevaderos los padecimientos propios de su avanzada edad.

Uno de sus compañeros —y amigo íntimo de ellos— se ve aquejado por una enfermedad terminal que lo mantiene postrado en cama y sufriendo. Cuando la pareja acude a verlo, el convaleciente les suplica que lo ayuden a liberarse del dolor, poniendo fin a su vida. Dado que la esposa del enfermo también sufre por ello y está tentada a envenenarlo para acabar con su martirio, Yehezkel diseña —asesorado por un veterinario retirado— una máquina que le permite al usuario practicarse a sí mismo una eutanasia que le proporcione una muerte indolora y apacible. Así, cumplen la última voluntad de su amigo y le brindan un escape decente a su tormento. Pero el verdadero problema inicia cuando otros se enteran de lo ocurrido, y empiezan a buscar al anciano para que les ayude a bien morir.

La fiesta de despedida se suma a la ya cada vez más larga lista de filmes que abordan temas en torno a la tercera edad, y en especial se centra en un tema polémico: la muerte asistida. En este caso específico, en el marco de una sociedad que la tiene prohibida, y que puede condenar —religiosa y legalmente— a cualquier persona que la practique o que facilite a otros los medios para llevarla a cabo, el planteamiento de esta obra es que esta posibilidad no es sino un verdadero y profundo acto de amor.

Se trata de una tragicomedia reflexiva e incisiva, que plantea algunas disyuntivas relacionadas con la difícil decisión de desafiar la ley humana y divina en pos de brindarle a otra persona una muerte digna y piadosa, y que lleva a los protagonistas a enfrentarse directamente con este dilema, produciendo en ellos sentimientos encontrados, en particular en Yehezkel, quien al principio cree estar haciendo lo correcto, pero conforme la trama avanza, se entera de un par de asuntos derivados de sus acciones, al tiempo que el desfile de personas que lo buscan para que termine con sus vidas continúa. Esto hace que las dudas lo asalten y se vea atormentado por las inesperadas consecuencias de algo que empezó como un juego, pero que las circunstancias transformaron drásticamente en algo muy serio: el fungir como un dios que decide sobre la vida y la muerte de las personas.

Con una trama que se mueve saludablemente entre la comedia negra y el melodrama, e inclusive dándose el lujo de incluir un número musical poco usual, La fiesta de despedida nos habla tanto de la muerte como de la vida y subraya en su desenlace el derecho que tenemos de morir dignamente, pero también resalta la importancia de vivir de la misma forma, y que nuestras decisiones en ambos puntos sean valoradas y respetadas, sin importar cuan controvertidas puedan ser.