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Ceremonia: El invencible amor a la música

Ceremonia: El invencible amor a la música

Editorial
Juliana Alvarado @iammyowncat

Juliana
Alvarado @iammyowncat

15/Sep/2013

Aunque se trató de un sábado con un clima más propicio para ver películas que para asistir a un festival al aire libre, algunos centenares de aventureros muchachos decidieron abordar camiones que partieron de distintos puntos de la ciudad con destino a lo que pensaban sería una "experiencia para los sentidos".

El trayecto, para los autobuses que salieron de la fuente de Cibeles, tuvo una duración de dos horas. A su arribo, los asistentes ulularon emocionados y se formaron ante las vallas de acceso todavía cerradas, ignorando el constante goteo que caía sobre sus cabezas (la precipitación no cesó en todo el evento, pero tampoco le quedaba como apodo la palabra "lluvia").

Cuando finalmente se comenzaron a recibir boletos, la gente se encontró con una planicie de pasto y árboles poco crecidos, hecho que los puso un poco tristes y que gracias al constante goteo, se convirtió en un peligroso lodazal momentos más tarde. No quedaba más que el invencible amor a la música y la devoción del público.

Los escenarios principales fueron inaugurados por dos proyectos que Indie Rocks! reseñó en el underground del Festival Antes de Que Nos Olviden. Los encargados de iniciar las actividades, no sólo del Escenario Ceremonia sino del festival, fueron Mentira Mentira, con su acostumbrado sentido del humor y su guitarreo adolescente.

El espacio acondicionado para la fiesta, ese que llevaba el nombre de Ed Banger, fue abierto por Yesco con su bajo reverberante, visuales extraídos de los gifs más hilarantes de tumblr y una electrónica sensual, tan sensual que muchos que no sabían quién estaba en el escenario bailaron sin remilgos, cosa rara cuando se está escuchando algo nuevo y no tan conocido.

Una de las opciones artísticas más interesantes del Ceremonia fue la carpa interactiva de TagDf, donde fueron exhibidas manifestaciones más cercanas a la pieza sonora que a la música bailable. Mientras Simpson Ahuevo rimaba a favor de la CNTE, un ángulo opuesto se exponía en aquella carpa, repleta de glitch y talento mexicano, como el dúo Eztul y la agrupación Duda. La experimentación sonora incluso pudo apreciarse en el escenario Ed Banger, donde todo fue fiesta hasta que subió Oneothrix Point Never con su livecoding cuasi académico.

El goteo, de ser algo molesto, fue transformado en una contribución al ambient de XXYYXX, un estado de ánimo con los etéreos Purity Ring y, finalmente, a un mínimo detalle que no impidió disfrutar la ilusión cumplida de escuchar a los impecables Animal Collective. Ya para cerrar, el frío y la humedad fueron combatidos con Justice.

No es sorpresa que la logística en la primera edición de un evento sea deficiente, debemos agradecer que se reporta un saldo blanco, un empeño por pasársela bien y conciertos que dejaron satisfechos a los empapados asistentes. 

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