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Holy Motors

Holy Motors

12/Jul/2013

Para aquellos cinéfilos cuyo interés tiende hacia las películas que contienen una multitud de personajes coloridos, locaciones por todo París, sangre, sexo, un musical de Kylie Minogue a media trama y un montón de limosinas charlando casualmente en un “garaje”; entonces Holy Motors, el último trabajo del vanguardista cineasta francés Leos Carax, seguramente será del satisfecho de su extraño apetito visual.

Una colaboración franco-germana, incluyendo a Canal+, quienes normalmente también patrocinan las pesadillas de David Lynch. El director pretende regresar a su estatus de relevancia para así poder terminar de convencer a los productores de que le den la oportunidad de dirigir una película en inglés y de gran presupuesto. La intención de Carax es que Holy Motors sea el motivo que haga que los conservadores estudios norteamericanos depositen su confianza y dinero en él.

Independientemente de lo que pueda suceder con el director, Holy Motors terminó siendo una de las obras más anárquicas que jamás haya competido por la Palma de Oro en Cannes (2012). En ella, un hombre despierta en su cuarto para encontrar que en una de las paredes existe una puerta secreta que lo conduce a una sala de cine atestada con espectadores viendo un filme. Acto seguido somos introducidos a Monsieur Oscar, personaje principal de la historia, quien se transforma en un asesino, un hombre de familia, un duende que come dinero y en un banquero (no en ese orden), cual camaleón francés; todo depende de cual sea la "misión" correspondiente.

Dichas misiones les son presentadas por su misteriosa chofer, Céline, quien deposita los folders en la parte trasera de la limosina, para que Monsieur Oscar pueda irse maquillando cuidadosamente en el camino. Cabe destacar que el personaje es aparentemente inmortal y tiene a varios dobles idénticos a él (o él mismo) llevando a cabo fechorías similares por todo París también. En resumen, es inútil tratar de encontrarle el hilo a todas estas viñetas, a pesar de que hay una historia que tiene sentido.

Pero es interesante recordar al hombre que se levanta en la primera escena, de cuya puerta escondida emana toda esta menstruación visual; ese hombre es Leos Carax haciendo su obligado cameo. Conociendo ese pequeño detalle uno puede poner la obra en perspectiva y deducir que quizás todo es un auto-comentario tipo Fellini, donde Carax nos expresa que básicamente tiene problemas para dormir. "Señores, esto es lo que ocurre dentro de mi brillante mente"... diría el director (supongo). Pero cuando le preguntan al personaje de Monsieur Oscar por qué sigue haciendo su "trabajo", contesta naturalmente que por lo mismo que siempre lo ha hecho: la belleza de actuar. Como si fuera el máximo proyecto de actuación, únicamente que no hay cámaras, un hombre recrea los sentimientos e impulsos correspondientes a varias "vidas" alternas. ¿Es así como nos ve Monseiur Carax?