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Juno / X8 Music / 2025
01/Jul/2025
Llega el cuarto álbum de Kevin Abstract: Blush, un viaje emocional guiado por el Texas pop y el deseo de volver a empezar.
Kevin Abstract ha vuelto, pero no como lo conocíamos. Con Blush, lanzado bajo el sello Juno / X8 Music en colaboración con Virgin Music Group, el ex líder de Brockhampton entrega una obra íntima y expansiva, tan experimental como emocional. Es un regreso a sus raíces tejanas para empezar de nuevo con lo esencial: un micrófono, su gente y un corazón roto.
El álbum está compuesto por 18 temas y una larga lista de colaboraciones que incluye a JPEGMAFIA, Danny Brown, Dominic Fike, Ameer Vann y el emergente colectivo Blush —Love Spells, Drigo, Truly Young, Makana XO, entre otros—. Lejos de sentirse saturado, el disco fluye como una conversación coral sobre la pérdida, el amor, el ego y la reconstrucción personal. La producción ejecutiva corre a cargo de Kevin Abstract y Quadeca (quien también participa como colaborador), marca el tono envolvente y ecléctico con texturas que oscilan entre el R&B alternativo, el rap más crudo y paisajes sonoros de pop indie.
No es un álbum pensado para listas de popularidad. Aunque sencillos como “Geezer” (con un nostálgico Dominic Fike) o “Pop Out” (con un Kevin más introspectivo que nunca) destacan, lo que hay aquí no son hits: son confesiones. Y en cada verso se nota que está hablándose a sí mismo.
El concepto de Texas pop, que él mismo acuñó, se siente más como una etiqueta emocional que sonora: es calidez sureña con beats ásperos. En algunos momentos, la mezcla parece apresurada, y Kevin cede tanto protagonismo a sus invitados que uno podría olvidar que es su disco. Pero, incluso, eso encaja con el carácter colectivo del álbum: no se trata solo de él, sino de la comunidad que lo acompaña.
Entre todos los nombres, destaca Love Spells. Su voz aparece como un hilo conductor que suaviza muchas de las canciones más cálidas del álbum. Su presencia constante enriquece el sonido de Blush y le aporta una textura vulnerable que conecta directamente con el estado emocional que Kevin ha compartido a través de sus redes sociales: la lucha contra la adicción, la pérdida de identidad, el deseo de reconectar con la música sin presión.
Blush no busca impresionar, busca conmover. Cada canción se siente como una entrada de diario. No todo funciona, algunas colaboraciones se sienten breves o diluidas, pero el conjunto transmite una sinceridad desarmante. Es un disco que puede dividir opiniones, no porque falle, sino porque es honesto.
Con una duración total de poco más de una hora, Blush se estructura como una especie de diario sonoro, con un interludio que da respiro a la mitad del trayecto y temas que se entrelazan por su narrativa emocional más que por un patrón estilístico. Es un álbum largo, sí, pero no agotador. Cada single aporta una capa distinta de lo que Kevin quiso mostrar en este momento de su vida: un artista que, lejos del ruido y del personaje, vuelve a conectar con lo que lo hizo amar la música desde el principio.