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TRINO Y JIS: DOS PELADOS EN EL PALACIO

TRINO Y JIS: DOS PELADOS EN EL PALACIO

29/Abr/2013

Cada que estoy en algún sitio “nice”, inevitablemente me siento ridículo y tieso. Siendo gesticulador, me da miedo que en alguno de mis gestos se rompa un florero carísimo y único, un florero que sea una pieza artística. Eso me sucedió en La Casona, lugar en donde Jis y Trino recibieron a los medios que quisieran charlar.

Mis tristes ataques de pánico se curaron con este par de moneros amablemente francos, compadres del alma, los reyes del barrio. Hablar con ellos es hablar, en todo el ameno sentido de la palabra: no practican la conversación protocolaria artista-entrevistador. Véanlo por ustedes mismos.

-El inicio de una amistad

Trino: Él tocaba en un grupo de rock progresivo, era baterista, muy buen baterista la verdad (Jis dice: Muchas gracias). Creo que se dedicó mejor a los monos. Ganamos un buen monero y perdimos a un baterista mediocre…

Jis: No, se perdió un baterista legendario.

Trino: Yo era un pésimo bajista pero tocaba en un grupo punk. Entonces, mi banda le abría los conciertos a su banda, que eran como los estrellitas. Yo soy más grande que él dos años. Afortunadamente, comenzamos a chambear de moneros. Magú nos dio el conecte y comenzamos a publicar en el D.F. ya que era muy difícil hacerlo en Guadalajara.

 -Los procesos editoriales de aquél entonces

Jis: Nos tocó todavía una etapa muy rústica del proceso. Incluso llegamos a entregar originales a la redacción…

Trino: Nos perdieron miles de originales de La Croqueta en la Editorial Posada. Nos han dicho que no tienen nada y que perdieron todos esos originales. Alguna vez nos dieron unos negativos pero estaban muy madreados. Si existe una manera de escanear los libros de La Croqueta, que les den una buena shinneada, estaría muy bueno eso.

Jis: Pero sí, nos tocó la transición tecnológica. Con todo esto de las computadoras, como que todavía no nos la acabamos con muchas de las ventajas a las que de pronto tenemos acceso. Porque a nosotros nos tocó eso de ir a sacar fotocopias de nuestro trabajo, ponerlo en sobre, mandarlo por correo al D.F. Era una cosa en verdad lenta y engorrosa. Ahorita no nos la acabamos con que lo puedas escanear y que a los cinco minutos llegue a donde necesite llegar: ¡eso es magia negra!

-Circunstancias políticas y encuentros con la censura.

Trino: Comenzamos a trabajar en la era de un priísmo de López Portillo, de De La Madrid, de Salinas. Esa fue la etapa de nuestro desarrollo creativo importante, pero realmente, no era algo que a nosotros nos impidiera hacer lo hiciéramos.

Jis: Quizá había menos medios. No había periódicos liberales o más grandes en Guadalajara. Básicamente todo tenía que ser a través del D.F. Pero hemos tenido muchísima suerte. Prácticamente, hemos publicado todo lo que se nos ha antojado. A lo mejor hasta nos han malcriado, a lo mejor hasta por eso nos hemos pasado de lanza.

Trino: Nos llegaron a censurar con una Croqueta. Me acuerdo, Aguilar Camín todavía era director de la sección de cultura en La Jornada. En Semana Santa hicimos chistes sobre Cristo. Hicimos chistes en donde Cristo hacía ula-ula con su corona de espinas, o llevaba una cruz de playa para la vacación. Era muy transgresor y nunca se publicó. Por ahí está la carta de Aguilar Camín que dice “por el bien de La Jornada, de estos muchachos y del país no lo vamos a publicar”.

Jis: ¿El de Pitos y Puchas si salió?

Trino: El de Pitos y Puchas si salió.

Jis: ¿Y también salió el de los judíos?

Trino: El de los judíos también salió, aunque luego lo criticó Luis Gonzáles de Alba. Y en el Santos hubo como una tira que jamás salió,  muy famosa que ya después estuvo en los libros, en la que La Tetona se metía coca.

Jis: Si, llegó a ser muy chistosa la convivencia con los editores y los censores. Te das cuenta que es un asunto muy borroso. Es un ambiente en el que la línea no es muy clara. A veces da la sensación que depende de cuál editor de turno vio el cartón en ese momento, de qué humor en el que andaba el censor. A veces se censuraban cosas que nosotros decíamos “pero eso no tiene mayor cosa” y se dejaron pasar cosas muchísimo más pesadas.

Trino: En este país, no puedes hablar ni de la Vírgen ni de la religión ni del ejército ni de la bandera.

Jis: Ni de los narcos.

Trino: Ahora ya. Te lo permitirían, pero vas a acabar en el fondo del mar.

 -La situación de la historieta nacional. ¿Por qué en muchos países la historieta es un artículo preciadísimo, objeto de coleccionistas, y no en México?

Trino: Es peculiar nuestra situación, nuestra idiosincrasia, nuestra manera de ver la vida, a diferencia del resto del centro y Sudamérica. Estamos muy pegados a los gringos, y hay mucho humor desde Tin Tán en donde hace un conecte con la raza y la banda de Los Ángeles, porque fue pachuco. Y luego Cantinflas hizo muy buen click con España, con la onda de decir borucas: eso era algo que a los españoles les encantaba. Y luego, la tradición del cartón político mexicano, se hacía en un momento en el que había dictaduras en Chile, en Argentina y demás, y aquí uno podía hacer chistes con total libertad. En Argentina, pasaron la película del Santos con subtítulos para que los argentinos más o menos tuvieran una referencia. En la película, originalmente decía Pituca y Petaca y ellos le pusieron Oprah Winfrey, y les causó mucha gracia. Los mexicanos tenemos una onda muy específica del humor. Hablas de Elba Esther Gordillo, ¿y eso quién lo va a entender?

Jis (con timidez):  Yo sólo quiero decir… Quisiera que hubiera más coleccionistas interesados en comprar… a precios muy altos nuestras tiras.