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Rock & Cinema: [Capítulo 23] Tutti Frutti: el templo del Underground

Rock & Cinema: [Capítulo 23] Tutti Frutti: el templo del Underground

Un espacio de encuentro e inclusión.

Hoy día, si se quiere asistir a un lugar a escuchar rock en vivo (en cualquiera de sus vertientes), existen cientos de opciones a lo largo y ancho de la ciudad para hacerlo. Pero durante la década de los 80 y principios de los 90 no era tan sencillo, y solo había dos o tres lugares donde esto podía hacerse.

Uno de esos lugares era el Tutti Frutti. Ubicado en el número 5130 de Avenida Politécnico, este sitio se convertiría en un oasis para todos aquellos que gustaban de la música alejada de las modas comerciales impuestas por la televisión y el mass media, en tiempos previos al Internet. Con el tiempo, el local administrado por Brisa Vázquez y Danny Yerna, se convertiría en leyenda. 

Ahora, la documentalista Laura Ponte visita de nueva cuenta ese lugar, y lo hace a través de un documental que resalta su importancia en una época muy particular de la escena musical underground mexicana. En entrevista para Indie Rocks!, relata que esto surgió de forma espontánea.

Las ganas y la idea de hacer un documental me surgieron en tres minutos. Estaba yo en una fiesta con unas amigas hablando sobre el Tutti, y una de sus hijas se acercó a escuchar nuestra conversación y nos dijo ‘¿De qué hablan? Díganme, ¿Dónde lo busco?’. Empezó a buscar en su celular y no encontró nada, absolutamente nada. Y en ese preciso momento volteé y le dije ‘Te voy a hacer un documental’. Fue algo muy punk de mi parte”. 

Contando con el apoyo de los productores Alex Albert y Felipe Haro, Laura buscó acercarse a Brisa y Danny, los propietarios del lugar y, como ella comenta, sin ellos el documental no hubiera sido posible. Al respecto, Brisa recuerda:

“La verdad es que fue una sorpresa cuando recibí la llamada de Laura. Igual luego nos conocimos, pero en realidad nunca tuvimos un acercamiento personal en esos años. Y me expuso su plan de que a ella le interesaba hacer un documental, y que si estábamos de acuerdo en participar y en contar la historia. Por supuesto que de inmediato le dije que sí. No puedes decir que no a algo así”.

Ponte afirma haberle invertido cuatro años de esfuerzo para reunir todo el material que se muestra en la película, pero en contraste recuerda que gradualmente, este le comenzó a llegar a raudales a sus manos.

“La gente colaboró muchísimo. Fue un documental muy sencillo de hacer para mí, porque los entrevistados no solo querían salir, sino hasta me hablaron otros para decirme ‘yo no puedo quedarme afuera, necesito estar ahí’. Tengo que hablar del editor Ricardo Vergara, que hizo un trabajo estupendo. Álvaro Zabaleta me habló luego luego y me dijo ‘Oye yo tengo mi tesis del CCC y la hice en el Tutti. Si quieres te la regalo y haz con ella lo que quieras’. Y luego Ricardo me dijo. ‘Oye mira, hay esto de Andrea Gentile –quien ya murió-, y le hablé para pedirlo… como que toda la gente que está ahí fue al Tutti. Fue muy fácil que me dieran los archivos. Encontrarlos fue difícil, pero que me los prestaran fue muy fácil.”

Tratar de condensar todo ese material (y la historia del Tutti) en un largometraje fue todo un reto para Laura, y comenta que incluso algunos quedaron descontentos con el resultado, mientras que, por otro lado, faltó incluir a algunos otros.

Ya me echaron bronca. Cuando ya saqué el cartel con los nombres de quienes participaron, algunos empezaron con ‘ah, puros amigos…’ ya sabes, nadie queda contento. Pero claro, era imposible ponerlos a todos. ¿Cuántos grupos no pasaron por ahí? Muchos grupos desaparecieron también. Por ejemplo, Jerry de Consumatum Est, no metimos a su grupo, pero sí tocó ahí. No puedes complacer a todo mundo y no te cabe todo en 75 minutos.”

Una de las cosas que el documental destaca del Tutti, es que este fue un lugar de apertura total, lo cual se dio de manera muy espontánea, y gracias a las circunstancias imperantes en la escena de esos años, como explica Brisa.

“Fue sin querer queriendo. Fue aprender sobre la marcha. Era noche tras noche, a ver qué ocurría, como lo resolvíamos, que iba a pasar. Si iba a surgir algún conflicto. Era una aventura cada noche, la verdad que sí. Y no lo digo desde la nostalgia, de verdad era así. Ahora a ver quién va a llegar, qué va a pasar. No es que hiciéramos una planeación, o que se pretendía que sucediera esto, o que había que trascender. Es que simplemente en esos años los lugares que había –discotecas, centros nocturnos-, casi no dejaban entrar a nadie. Era la típica onda del cadenero, que pasaban solo los bonitos o los adinerados. Con este clasismo terrible era imposible. La gente estaba acostumbrada a eso.  De pronto llega al Tutti esta gente que siempre fue como relegada, que todos les tenían miedo. Y de repente llegan allí, y buena ondean.”

Por su parte Laura añade.

Mi teoría es que Danny y Brisa creaban ese ambiente, por sus personalidades, por cómo eran. Y nosotros lo cuidábamos porque era nuestro espacio. No había reglas de convivencia. Pero la misma vibra de Danny y Brisa hacían que ocurriera.”

Otra cosa que el filme plantea, es que el Tutti fue también un concepto adelantado a su tiempo en lo que se refiere a su naturaleza incluyente, como explica Ponte.

“Eso era lo increíble de ese lugar, que todo mundo se llevaba con todo mundo. Y muy respetuoso de todo. Por lo que estamos todavía luchando, allí ya se daba. En ese entonces nadie allí era famoso ni famosa. Eran About to be. No lo sabíamos. No sabíamos que Cuarón iba a ser Cuarón, que Lubezki iba a ser Lubezki, no teníamos idea. Eran pura buena onda los que iban allí. Gente interesante. Desde el Ganso, el Thrasher… Para nosotros conocerlos era increíble, porque en el Chopo era imposible. Te pateaban, te escupían, no te iban a hablar. Allí si eras fresa. En el Tutti eras banda. Era una cuestión muy igualitaria, muy respetuosa.”

Brisa coincide con esta opinión.

“Creo que fue un punto de encuentro muy chido, y muy importante para mucha gente, ¿no? Gente que quizás, de otra manera hubiese sido muy difícil que coincidieran en un espacio. Y eso era lo que lo hacía distinto. O sea, no era un solo grupo. ‘Ay todos del sur’ o todos muy fresas, o todos de cierto estrato social. Había una mescolanza allí, una mezcla muy punk. Y de pronto se hicieron allí relaciones y amistades que difícilmente se hubiesen dado, porque no hubiesen coincidido en otro lado. Actualmente, todos los lugares son muy dirigidos a cierto grupo, a cierta escena, y de pronto unos no van a ese tipo de lugares, otros tampoco… es difícil coincidir con otro tipo de gente. Y allí se dio de una manera muy natural.”

Y Laura concluye:

Hoy hay 7000 opciones para ir. Y antes, los que no pertenecíamos al mainstream no teníamos ninguna, y la que se nos abrió fue el Tutti. Por eso es tanta nostalgia también.”