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'Under the Pink' de Tori Amos, un cuarto de siglo después

'Under the Pink' de Tori Amos, un cuarto de siglo después

“Si arrancas la piel de cualquier persona, todos somos de color rosa, Under The Pink trata justamente de lo que sucede más allá de ello. Lo que realmente me interesa no es el mundo interior sino el interno”, Tori Amos.

En una era fuertemente marcada por las maneras en que las mujeres buscaban desengancharse de las formas patriarcales del poder luchando por el deseo/derecho de actuar, evidenciar y derrocar las estructuras que las mantuvieron atadas de manos durante mucho tiempo, Tori Amos fue –sin querer–, un estandarte a enarbolar durante la batalla feminista, una voz con la que muchas otras voces pudieron identificarse, un personaje cuyo discurso luchaba por escurrirse constantemente de la censura.

Proveniente de una familia en donde la religión tenía un rol protagónico –su padre era ministro–; prodigiosa en su relación con la música y el piano –instrumento que la atrincheró desde los dos años y medio–; critica y hambrienta de verdad –a los 12 pasaba las noches tocando el piano en bares, hablando sin prejuicio con hombres que amaban otros hombres, acompañando las noches– solitarias, amorosas, alcoholizadas de los adultos que se volvían sus iguales; llena de claridad y rebeldía –a los cinco años fue aceptada en un prestigioso conservatorio de Baltimore y a los 11 expulsada por negarse a amoldar su espíritu a las estrictas formas de la música clásica–; Myra Ellen Amos ha construido a lo largo de su existencia la figura mítica y aguerrida que la representa.

Under The Pink (editado entre el 31 de enero y el 1 de febrero de 1994), fue su segunda entrega de estudio y a lo largo de los 12 temas que lo componen Amos exploró la idea del “yo dislocado y su búsqueda por volverse completo".

Durante el periodo de grabación del disco una infección pulmonar la hizo perder la voz por tres semanas y esa sola experiencia fue determinante (Que ironía quedarse muda justo en el momento en el que era necesario levantar la voz para exorcizar el peso acumulado durante el paso de los años).

Verse atrapada en su propia vulnerabilidad la orilló a hacer el duro ejercicio de llegar a buenos términos consigo misma al entender la violencia a la que ella misma se estaba sometiendo al aferrarse a una experiencia tormentosa (fue violada a los 22 años) y dejar que eso definiera la manera en la que se relacionaba sexual y emocionalmente con los otros, y en una escala de mayor importancia, consigo misma.

“Me mutilé emocionalmente al sentirme poco digna de ser amada y 'cogida'; de ser capaz de amar y relacionarme sexualmente con alguien al mismo tiempo”.

Al abandonar su papel de víctima, Tori también fue capaz de liberar a la figura masculina de la visión extrema del feminismo que cortaba el césped parejo –“Todos los hombres son bestias cuya naturaleza es esencialmente mala y dominante”–, y entender que tanto hombres como mujeres habrían de trabajar duramente para derrocar aquellas estructuras arcaicas en un contexto libre de descalificación y totalitarismo.

“Mi postura difiere de muchas militantes feministas a las que lo único que les preocupa es la posición de la mujer en el universo, mujeres redefiniendo sus propios roles. Eso es fascismo. Y esa forma de fascismo definitivamente no puede tener que ver con el empoderamiento”.

Una premisa no anula a la otra, la realidad es que muchas cosas necesitaban un proceso de transformación, de ahí la insistencia de poner en foco y cuestionar a través de la narrativa musical las dinámicas sobre las que se construyó todo ese cumulo de ira e impotencia femenina. El trabajo masculino: reconocer toda esa ira como resultado de sus acciones, y hacer el ejercicio de enmendarlas para poder sanar. Entender que la furia de la mujer no es en vano, hay agotamiento, frustración nacida de la impotencia.

En Under The Pink, Amos también analizó la otra cara de la moneda e hizo manifiesto que incluso en la misma relación entre mujeres, existe la traición y el deseo de venganza; destronando la idea de que el bando femenino es completamente el bueno de la historia al mostrar la dualidad que nos constituye y reconocerse lejana a la “inmaculada perfección”.

Hay conflicto entre nosotras y es necesario reconocerlo, aunque el sentimiento sea reprochable, inconcebible, incluso vergonzoso viniendo de alguien que lucha por la igualdad de genero.

Como otro eslabón en la cadena de cosas que habría que poner sobre la mesa, Tori se encaró con la religión en su forma patriarcal, evidenciando que la sexualidad es un tabú que se ejerce como un método de control que funciona a través de la culpa; y en donde la satanización del goce del propio cuerpo  resulta en una desconexión con nuestra propia naturaleza femenina, desconexión que nos aleja de la tan añorada palabra “empoderamiento”.

Al hablar del aspecto musical, en Under The Pink, Amos se desafía a si misma al volcar su sonido en intrincadas composiciones de piano salpicadas de momentos de inesperada rareza: disonancias, abruptos cambios armónicos, repentinas irrupciones de distorsión rocanrolera,  salpicaduras de jazz y funk, intrincados arreglos orquestales de veta clásica. Todas ellas amalgamadas dentro de estructuras transgresoras pero al mismo tiempo sónicamente digeribles. Composiciones en donde se pierde de vista la complejidad musical para dejarse llevar por una narrativa que cobra sentido en la combinación del sonido y la palabra.

Hay quienes podrían considerar Under The Pink como uno de los primeros manifiestos masivos de la tercera ola del feminismo, sin embargo Amos constantemente ha intentado desmarcarse del absoluto de esa etiqueta doctrinaria. Más allá de ello queda claro que su quehacer –tanto en lo musical como en lo social– la erigen como un ejemplo de todas aquellas mujeres que generación tras generación buscamos un cambio.

Para Amos era importante generar conexión que fuera del corazón a la vagina. Atrincherada tras su piano con la voz abierta y la honestidad como estandarte habló de aquello a lo que muchos de le sacan la vuelta.

“La música es el medio más poderoso en el mundo por las frecuencias. Tu estás tocando lugares que le recuerdan a las personas que son más que solo un ser funcional que hace dinero, come, defeca y se viene”.

En la composición de este disco, existe una profunda necesidad de transformación y madurez, de pasar la página y construir sobre todo lo malo. Proceder que sin duda está mas cercano al empoderamiento que cualquier otra cosa.