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Rogue One: Una historia de Star Wars

Rogue One: Una historia de Star Wars

Muchas expectativas y polémicas han surgido en torno a Rogue One, el siguiente paso de los estudios Disney para seguir expandiendo el universo creado por George Lucas en 1977.

Nacido de una anécdota pequeña pero relevante mencionada dentro de la continuidad de Star Wars (el cómo la Alianza Rebelde obtuvo los planos de la Estrella de la Muerte), este spin-off dirigido por el británico Gareth Edwards (Monsters, Godzilla) busca justamente contar esa historia a través de los personajes involucrados en ella; encabezados por Jyn Erso, hija de Galen Erso, el responsable de diseñar y construir el arma definitiva del Imperio Galáctico, quien funge como la catalizadora principal de las acciones.

En principio, ella es utilizada por la Alianza (valiéndose del oficial rebelde Cassian Andor) para rastrear y contactar a Saw Gerrera, comandante de una guerrilla clandestina que tiene en custodia a un piloto desertor quien no solo parece poseer información sobre un arma jamás antes vista (desarrollada en secreto por el Imperio) sino que además conoce el paradero de Galen. Pero los eventos toman un giro inesperado, y Jyn, Andor y un pequeño escuadrón compuesto de voluntarios y una troupé de personajes peculiares y extraordinarios se embarcan en la famosa misión cuyo desenlace dará pie a los eventos ya conocidos de Star Wars: Episodio IV (la génesis de toda la franquicia).

Desde un inicio se buscó que esta historia ocurriese completamente dentro del universo starwariano y encajase perfectamente con su continuidad, al tiempo que fuese de algún modo independiente de la saga principal, con un enfoque distinto. Esto último se manifiesta en detalles como el título mismo de la película (donde las palabras Star Wars aparecen en segundo plano) y su primer trailer (en donde no se ve un solo lightsaber o Jedi), y se hizo extensivo a sus aspectos formales y argumentales.

Así, en el caso de los primeros el filme prescinde (por ejemplo) del tradicional prólogo ascendente hacia un horizonte estelar. También, se echa mano de los servicios de Michael Giacchino para crear un score afín a la partitura original de John Williams, reversionando esta última. Y en el caso del argumento, se decide crear toda una galería de personajes nuevos, y solo recurrir a personajes conocidos o emblemáticos de su cosmogonía con fines de apoyo o pequeños cameos, con excepción de dos de ellos: uno es Darth Vader, y el otro es un actor entrañable que (en un ejemplo de la realidad superando a la ficción) sorpresivamente vuelve a la vida gracias a la magia de los efectos especiales y el CGI. Tanto este actor revivido como Vader son piezas importantes en la historia, y cobran especial relevancia mientras la trama avanza, además de que su presencia es fundamental para conectarse apropiadamente con lo que ocurre en Episodio IV.

Rogue One se divide claramente en dos actos: el primero de ellos es pausado, privilegiando los diálogos y enfrentamientos verbales entre los protagonistas, para poder establecer el background e ir estructurando el conflicto. Gradualmente, al hacer la transición hacia el segundo acto el ritmo se vuelve hiperquinético, con distintas líneas argumentales presentes de forma transversal, simultánea y complementando la historia central, cuyo tono es aquí más cercano al de un war film, recuperando las batallas épicas y la acción trepidante los cuales ayudaron a forjar la leyenda de la trilogía original.

La obra no esta exenta de leves fallas: además del ya mencionado ritmo desigual, los personajes principales están meramente bosquejados y en algunos casos apenas delineados (Jyn Erso se cuece aparte con su historia de abandono y traumas infantiles). Sin embargo, el estupendo trabajo de los guionistas Chris Weitz (Antz, About a boy) y Tony Gilroy (La trilogía de Jason Bourne, Michael Clayton), aunado al trabajo coral de un sólido cuadro de actores logran subsanar este detalle, dotándolos de personalidad y encanto, logrando incluso momentos memorables, como pasa con las intervenciones de Chirrut Îmwe (con los impresionantes movimientos del artemarcialista hongkonés Donnie Yen); Baze Malbus (interpretado por el actor chino Wen Jiang) y K-2SO (con la voz del experimentado histrión texano Alan Tudyk). Inclusive, algunos crecen de forma impresionante, como ocurre con el piloto disidente Bodhi Rook (el inglés Riz Ahmed) quien pasa de ser un personaje incidental, a tener un papel preponderante en el desenlace. También es encomiable lo que los guionistas hacen con Darth Vader, al devolverle esa aura temible de villano clásico, y en una magistral escena queda claro porque su presencia infunde miedo en todos, sean rebeldes o no.

En suma, Rogue One cumple su cometido con creces, dejando satisfechos tanto a los fans veteranos como a los más jóvenes de la saga. Pero no se conforma con solo hacer fan service, y va más allá logrando recapturar genuinamente el encanto y espíritu original de la serie. Y aunque (sin revelar muchos detalles) el clímax empata perfectamente -y de modo natural- con los primeros instantes de Episodio IV ciñéndose al canon, el filme por si mismo se sostiene bien, da varias sorpresas, genera emociones intensas y logra un desenlace en todo lo alto. Sin duda, es hasta el momento la mejor película de Star Wars que se ha hecho en este siglo XXI. La Fuerza es muy fuerte en ella.

Rogue One: una historia de Star Wars (Rogue One)

  • Director: Gareth Edwards.
  • Protagonistas: Felicity Jones, Diego Luna, Donnie Yen y Forest Whitaker, entre otros.
  • Países: Estados Unidos
  • Año: 2016.
  • Estudios: Lucasfilm, Allison Shearmur Productions, Black Hangar Studios, Stereo D y Walt Disney Studios Motion Pictures.
  • Duración: 134 minutos.
  • Idioma: inglés.
  • Calificación: ****