RAÚL ZURITA Y LOS PAÍSES VIVOS

(...) nos arrastramos entre

los cuerpos caídos para quedar juntos,
para quedar uno al lado del otro. (...)
Todo mi amor está aquí y se ha quedado.

Raúl Zurita.

Con actos políticos como los de ayer, las imágenes dejadas por anteriores luchas de la historia contemporánea de pronto resucitan. Uno piensa en los ciudadanos que les gritaron a los franquistas "¡NO PASARÁN!" durante la batalla de Guernica. Uno piensa en Jean-Luc Godard peleando contra los granaderos en mayo del 68, en París. Uno, por supuesto, piensa en los estudiantes que comenzaron a correr tras haber visto las bengalas iluminando la Plaza de Las Tres Culturas en Tlatelolco. Yo pensé en Raúl Zurita (nació en Santiago en 1950 y se espera que nunca muera), disidente perseguido y torturado durante la dictadura chilena, uno de los primeros artistas de su generación que propuso al arte como una forma de vida y realizó las performance más contestatarias en su país y poeta extraño (extraño en ese sentido de que es tan extraño que ni experimental es: no le queda ninguna clasificación) cuya obra ha tenido como motivo constante la historia del Chile revolucionario.

Para muestra un botón: su cuarto libro Canto a su amor desaparecido (1984) dedicado a los asesinados y, como él escribiría en la dedicatoria, "a las agrupaciones de familiares de los que no aparecen". Este no es un poema panfletario, sucede que es un poema de amor, amor a todos los que lucharon y fueron vencidos y amor a todos los países que han sufrido o sufren el yugo de una dictadura. Raúl Zurita habla de un infinito cementerio en el que cada cruz (que es también un nicho) representa a un país. Vuelvo a citar: "Unos sobre otros decenas de nichos los llenaban. En cada uno hay un país, son como niños, están muertos". Zurita pasa a enumerar a los países muertos, incluso ofrece el dibujo de un plano que tiene la misma estructura de los cementerios: se encuentra Argentina, Nicaragua, y por supuesto México con una especial mención a la marcha estudiantil del 02 de octubre.

A mi me gustaría que Raúl Zurita cambiara su nomenclatura de "los países muertos" a su antónimo directo "vida", por lo menos en el caso de México. Ya no es sólo un movimiento representado por la UIA, ayer se enlazaron todas las banderas de las escuelas presentes en la marcha. Ya no es sólo un movimiento estudiantil, ya que la marcha del sábado 19 de mayo estuvo compuesta por todos los estratos sociales, además de que debemos mencionar el apoyo que ofrecieron aquellos que se asomaron por las ventanas de su oficina o departamento o el de los autos que iban a contraflujo de los contingentes. 70 años de un sólo poder quedan impresos no sólo en la historia sino en la memoria. Ayer, habló un sobreviviente del 68´, mexicano, en el Ángel de La Independencia y estableció que "el tiempo no debe retroceder". No pensemos en el término La Primavera Mexicana como una figura poética sino en su connotación orgánica: el proceso de los árboles y las flores para inaugurar una nueva estación.

Canto a su amor desaparecido, poema fundamental para el panorama moderno de las letras hispánicas, así como uno de los más importantes documentos de lo contestario, podrá encontrarse íntegro en la edición de la obra máxima del chileno titulada ZURITA que será próximamente publicada por la editorial mexicana Aldus.