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KTL + Tom Ankersmit + Phill Niblock + Mario de Vega

KTL + Tom Ankersmit + Phill Niblock + Mario de Vega


Valentina/Aural

11/May/2012

Detalles

Más que un performance o una presentación como tal, el pasado jueves 10 de mayo fue una surreal experiencia que puso a prueba las capacidades sensoriales y cognitivas de los presentes al enclaustrar por mas de tres horas a cuatro arriesgados y transgresores proyectos del llamado “arte sonoro” que desde el momento en que se apagaron las luces, un limitado quórum se reunió alrededor del una serie de máquinas que desfilaron en un recinto cuya ambientación y colocación del sistema de audio fue meticulosamente posicionado para a su vez rodear a los espectadores.

El primero en embestir contra tímpanos y neuronas, fue el nacional Mario de Vega, ejecutando inenarrables e inclasificables piezas de audio que, debido a sus cualidades ultrasónicas, no falto él que escapara por oxígeno evitando sucumbir ante la sinestesia; permaneciendo en total penumbra y con menos de cinco minutos para asimilar lo acontecido, Tom Ankersmit instaló su pequeño gabinete electrónico de donde enormes pero intangibles olas de sonido envolvieron tanto a los que optaron por sentarse con ojos cerrados como los que permanecieron parados como inertes edificaciones atestiguando un huracán que, basado en la abstracción de sonidos procesados digitalmente, sin tregua o pausa alguna, fue inminentemente procedido por la proyección de Remo Osaka de la serie The Movement of People Working del aclamado y consagrado compositor Phill Niblock, quien encorvado y con mirada fija en su computadora, fue acompañado sin previo aviso por un Tom Ankersmit que elegantemente se deslizaba por los pocos centímetros libres en la habitación para hacer barritar cual elefante al saxofón que carga mientras imágenes de agricultores japoneses eran desplegadas frente a la catatónica audiencia.

Tras una ronda de aplausos de parte de caras oscilando entre el éxtasis y la confusión, el dueto Kindertoteliender, llamado comúnmente “KTL”, dejaron ver la primer y única guitarra en la noche de la mano de Stephen O Malley, quien alternando con la computadora de Pita, clausuraron con enormes masas de sonido con una única y longeva pieza que desfasándose de la etiqueta de drone que persigue a estos artistas, sus propiedades fueron delicadas y que de igual manera en que el viento puede acariciar cabelleras, su naturaleza pudo ser la de un maremoto que arremetía una y otra vez contra los cuerpos de la asistencia que al terminar, más que una cara de satisfacción o placer, deambularon sin expresión alguna sin saber realmente que les pegó.

REDACCIÓN:


Editorial

FOTO:


Valentina/Aural