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Cumbre Tajín día 0: La tecnología y el ritual

Cumbre Tajín día 0: La tecnología y el ritual

Editorial
Pablo Navarrete @pabnavarrete

Pablo
Navarrete @pabnavarrete

21/Mar/2013

Personas se reúnen para ver a sus bandas favoritas, la función más simple de un festival de música, Cumbre Tajín cumple con otros propósitos. Pensar que en este importante evento el concepto está creado desde lo intelectual y comercial, es pecar de frívolos. Cumbre Tajín está disfrazada de maniobra turística, pero su interés y su fuerza están en otros aspectos que tienen que ver más con lo humano que con la mera visita a un espacio.

Si se quiere comprobar los cambios de clima entre región y región, basta con trasladarse del Distrito Federal a Veracruz. Cuando se dejan atrás los altos edificios, se ingresa al territorio de los altos árboles. Se atraviesa un fragmento de sierra y se puede apreciar la apretada vegetación, altares construidos a un lado del camino, zopilotes y rancherías. Es común ver lugareños descalzos o con el torso desnudo. El calor no es el calor sucio de la ciudad, es uno húmedo, más relajante que molesto. Lo primero que causa placer es poder bajarse del automóvil y estirar las piernas después de un sinuoso camino.

El equipo de Indie Rocks! llegó en un día nublado, tras una ligera lluvia que refrescó el suelo y provocó ánimos cordiales. Es algo raro, pero el poder estar en plena tarde sin necesidad de abrigarse actúa sobre tu disposición. Tras haber sido muy bien recibidos con comida mexicana en el Nicho de Olores y Sabores, pudimos dar una caminata alrededor del parque temático, decorado con árboles iluminados y cantos de urracas. Luego, fuimos recibidos en la zona arqueológica para presenciar un espectáculo de luz y sonido.

Hernán Cortés llegó a México entrando por Veracruz. El Tajín fue de sus primeros descubrimientos. Cuando el conquistador español llegó ahí, la ciudad se encontraba por completo abandonada por lo que no fue destruida. Algunos años después, visitarla de noche impone cierta reverencia sin importar qué tan bien afinada esté la sensibilidad, ya sea por el estruendo de las cigarras, la luna o las pirámides iluminadas.

Lo que ahí se desarrolló, en parte, cumple con todas las acepciones de la palabra “espectáculo”: grabaciones donde un narrador hablaba sobre la etimología del Tajín, algunas explicaciones sobre la vida de los antiguos habitantes y música electrónica ambiental. Pero la tecnología fue vencida por las danzas tradicionales totonacas. La audacia y la gallardía de los vestuarios, la música a base de escalas que parecieran infinitas y la ejecución de los danzantes fueron cosas más aplaudidas que las luces.

Es ahí donde Cumbre Tajín vuelve más amplia la función de un festival de música. Además de los conciertos, podemos acercarnos a un pueblo que sigue vivo. Los talleres, las conferencias y otras actividades culturales (de las que ya les iremos hablando) están dirigidos para todo aquél que quiera tener un contacto más allá de lo pintoresco con las tradiciones, la ecología y lo mexicano.

Una buena jornada que promete dejarnos satisfechos.

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Pablo Navarrete @pabnavarrete

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