Luces bajas, fondo de tela roja; ella, con un vestido negro de mangas cortas, doradas, y un tocado que sostiene una pequeña flor, la cara impecable, guitarra en mano. De pie, sola en el escenario, y la historia de un gran momento: fue en el puerto, en un viaje con amigos y magia. Entonces comienza a cantar: “acuérdate, de Acapulco…”.
Así inició el primer set de Natalia Lafourcade en el Zinco Jazz Club, con canciones de su nuevo disco (no se cansó de repetir que ya está a la venta), "Mujer Bonita", atrevido homenaje a Agustín Lara, que cuenta con duetos tan impresionantes como interesantes: Adanowsky, León Larregui, Devendra Banhart y Jorge Drexler, entre otros.
En cada canción subsecuente fue introduciendo a más miembros de su banda hasta formar un ensamble que incluyó marimba, batería, bajo, guitarra, ukelele, acordeón, trompeta y teclado. Dijo que para la reversión de "Copla Guajira" se inspiró en Kill Bill y El Padrino (hay que escucharla para entenderlo), luego vino la conocidísima "Piensa En Mí", seguida de "Imposible", primera composición de Lara, que inicialmente no iba a estar en el disco, pero gracias a Larregui fue incluida. El set cerró con "Aventurera", en la que Natalia tomó el ukelele, uno de sus instrumentos favoritos, y deleitó el oído de los más de 100 asistentes.
Después de un breve descanso, la banda regresó a tocar algunas piezas más “viejitas”. Empezaron con "Cursis Melodías", "Amarte Duele" en una excelente versión bossa, "Mi Casa", "Elefantes", regresó a Agustín con "La Fugitiva", se inspiró en "Amor De Mis Amores"… Pero el momento de la noche fue, tal vez, cuando interpretó "Un Pato".
Natalia es irreverente, le gusta burlarse de las cosas en su música. Antes de empezar la canción, improvisó unas palabras a manera de discurso cantado: “un animalito que tiene plumas en la cola tocaba a su puerta todas las mañanas para pedirle que nunca dejara de cantar esa canción”. Con "Un Pato" transmite la buena vibra y energía que la caracteriza y deja en claro que ella hace música para divertirse y para divertir.
Aunque un homenaje a Agustín Lara puede antojarse serio y tradicional, la maestría de los arreglos (que sin duda se disfrutan mejor en vivo) le da a las canciones del Flaco de Oro un toque fresco, natural, contemporáneo. On stage, los músicos vibran y la gente no puede más que corear lo que escucharon en casa de sus abuelos, o de sus papás. Natalia logra imprimirle al pasado una huella perfecta de cómo es el presente, y se coloca, tanto con sus temas más conocidos como con estas nuevas versiones, como una de las propuestas nacionales más inteligentes de la actualidad.