Sharif y Rafa, una noche lejos del olvido.
La fórmula aseguraba un resultado excepcional: Eric el niño en las tornamesas, Sharif y Rafa en el micro. Lejos del bar o club del momento. Ecuación perfecta para una noche de viernes.
Con un sold-out en la primera cita y con una presentación añadida —en un horario menos atractivo—, la afluencia de gente parecía menor a la esperada. La cuestión cambiaría con el pasar de los minutos. Para el segundo horario, la fila de acceso corría por todo lo largo de la acera y, daba la vuelta al lugar.
Sin ser un recinto convencional para un concierto de rap, el Teatro Ramiro Jiménez (ubicado al sur de la ciudad), comenzaba a recibir a cientos de personas. De a poco, fueron tomando su lugar en las butacas de la sala; con las expectativas hasta el cielo. Las luces sobre el público se apagaron y los reflectores en el escenario se hicieron presentes. Los scratches de Eric terminaron de confirmar que todo había comenzado:
“Lo malo de crecer no son las canas,
ni las ojeras tatuadas por los años…”
Sharif saltó al escenario con “El callejón de los milagros”, prendió la mecha de una bomba que terminaría por explotar al final de la noche. Por su parte, un Rafael Lechowski (con pinta de misántropo más que de MC a punto de dar un show) apareció en la tarima para agradecer a México y, también, para refrendar el amor a su colega de oficio, su hermano de otra madre con quien compartiría el escenario por casi dos horas.
“Caviar”, con una improvisación exquisita por parte del mismo Rafa, fue su primer movimiento en una orquestación a punto. Comenzaba una jornada llena de rap, poesía y pasión.
Después de estos dos tracks a manera de introducción, ambos artistas expresaron palabras de amor para un país que aseguran, es su segunda casa. El público les llenaba de amor y la mejor energía que pudieron encontrarse.
Si de algo podíamos jactarnos quienes asistimos a este show en particular, es que no veníamos a ver un concierto de rap cualquiera. No, no es por una presentación convencional el que la expectativa era tan alta. Había un elemento clave que garantizaba que esta noche de viernes iba a ser algo más que especial: la poesía.
Y así, la noche se llenó de magia pura. Todos sentados escuchaban, uno a uno, los poemas del zaragozano y del nacido en Breslavia, Polonia.
La dinámica de intercalar un par de poemas entre canción y canción, ayudó a que la fluidez del evento se mantuviese de principio a fin. La emotividad flotaba en la atmósfera. Lechowski nos hacía partícipes del dolor por la muerte de su padre cuando él sólo tenía 10 años y, Sharif nos dejaba sentir lo que es el amor de una mujer y el mundo para él.
Poemas de sus libros anteriores: Lo vívido vivido y Larga brevedad, de Sharif y Rafael, respectivamente; se escucharon durante la velada. “Loco por ti” y “Dorian Gray” terminaron de adornar la primer escena de una obra bien montada.
Nuestra piel se erizaba a niveles indescriptibles; uno de los momentos más especiales fue, quizá, cuando el de Zaragoza decidió recitar “Tu cuerpo está a mi lado”, del maestro Sabines.
“Entre molinos y campos de olivo”, “Artesano del arte insano” y “Trece” por Rafa; “Apolo y Darte” y “Carta a un amigo” por Sharif, (además de la única colaboración en un track que tenemos entre estos dos: “Cantar y coser”), fueron parte del bloque final que nos llevó a un punto tan álgido de la noches que sólo pudo terminar con dos temas que a ninguno de los asistentes se le habrán de olvidar por el resto de su existencia, porque los corearon de pie: “Triste canción de amor” y “Por amor al odio”.
Destacable la participación de Eric el Niño como DJ de la noche. Tanto Sharif como Rafa pidieron los más fuertes aplausos; todos se refrendaron admiración y, amor.
Calidez y una sinceridad indescriptibles llenaron el recinto. El lugar perfecto para una cita que no hemos de sacarnos de la mente por el resto de nuestro tiempo en este plano material.