Foro: José Cuervo Salón

Kakkmaddafakka: Fiesta instantanea

Existen conciertos que la gente hace. Aún en inicio de semana, noche de martes para ser precisos, el José Cuervo Salón sintió una energía digna de viernes. Los noruegos de Kakkmaddafakka regresaron a confirmar lo que sintieron la primera vez que tocaron en nuestro país. Desde aquel Vive Latino, la banda se volvió consentida.

Hace diez años, Axel y Pål Vindenes comenzaron con este proyecto que hoy circula por el mundo. Apenas hace unos meses tocaron por primera vez en México en un festival que quedó sorprendido ante el acto que presenciaba. No pasó mucho y volvieron a tocar, esta vez en el Caradura, donde agotaron los boletos para dos presentaciones.

El recinto ubicado en Moliere fue testigo del crecimiento de los noruegos. Tras una breve presentación de la banda mexicana Odisseo, uno a uno fueron saltando al escenario, irrumpiendo con una bandera que desplegaba el logo de la banda, poniendo a la gente a saltar.

Las letras provocadoras y el buen ánimo de la agrupación conquistaron al público; "Touching", "First Move" y "Self Esteem" inauguraron la fiesta. Cada que tenía oportunidad, Axel acercaba el micrófono al público para disfrutar del ensordecedor grito de respuesta, mientras que Stian Sævig lanzaba miradas a sus seguidoras al momento que tocaba los distintivos bajeos de la banda.

No es común que una agrupación incluya en su alineación a bailarines, pero Martin y Sverre Sande tomaban el centro del escenario para dar saltos de canguro y mover los brazos. La asistencia, que contaba tanto con personas arriba de 25 años como niñas acompañadas por madres de familia, saltaba entregada al espectáculo.

“Ocho meses han sido un largo tiempo, nos hace sentir muy bien estar aquí”, gritó felizmente Axel, guitarra y una de las voces del grupo. Kakkmaddafakka arriba de un escenario no es una banda ordinaria, la sincronía en su presencia escénica se debe al singular factor de la espontaneidad; como un grupo de amigos que se reúnen por el placer de tocar.

Después del sudor y los saltos, llegó la placidez. Irónicamente, para una banda enérgica en el escenario como ellos, sus discos fueron producidos por un artista más sobrio en sus presentaciones y profundo en sus letras; el miembro de los entrañables Kings Of Convenience y los extintos The Whitest Boy Alive, Erlend Øye.

Productor de Hest y Six Months is a Long Time, Erlend tomó el escenario durante el encore para interpretar sus versiones de "Saviour" y "Gangsta No More". “Cuando los chicos me mostraron esta rola, quedé muy sorprendido”, mencionó el también originario de Bergen, Noruega.

La alineación completa regresó al escenario para cerrar triunfalmente con el cover a "Bailando" de la banda noventera Paradiso, seguido de su coreado tema "Forever Alone". México se convirtió en la tierra predilecta de Kakkmaddafakka, que en cada show incrementa el fanbase que hace no mucho comenzó a cosechar.

Unidad, hermandad y Dropkick Murphys

Show por partida doble. Dos pesos pesados por sus propios honores en una noche en la que no hubo algún choque o encuentro, sino una enorme y caótica fiesta en medio de la semana laboral que describir como memorable sería desacreditarla y arrebatarle justicia.

El concierto dio inicio puntualmente a las ocho de la noche con el segundo advenimiento del icono del psychobilly europeo, Nekromantix. Tras una presentación como la del Plaza Condesa hace dos años, considerada ya legendaria, no tenían fácil la tarea y desde el momento en que subieron al entarimado con una de las ecualizaciones más espantosas en la historia del foro, fue más decoroso darse la vuelta y salir a tomar aire que soportar tal humillación a la banda.

Pasadas las diez de la noche, el septeto originario de Boston tenía todo listo para su presentación. Más de seis años habían pasado desde su última y única presentación en nuestra capital, y con un material nuevo y una fama que ha ido creciendo y creciendo, era inevitable encontrarse en medio de lo que se convirtió en uno de los conciertos de punk rock más memorables que haya visto el Salón Cuervo en su historia.

Para ser un miércoles, el aforo fue bastante digno. Cuando Al Barr hizo acto de aparición con su boina y camisa Fred Perry para arrancar con “The Boys are Back”, el remolino de puños dio inicio mientras las cervezas y asistentes volaron por igual. El mosh pit, que nunca encontró tregua, fue convocado y de manera inmediata se creó un ambiente como pocos; “Bastards on Parade”, “Johnny, I Hardly Knew Ya” y “The Gang’s All Here” transformaron a desconocidos en hermanos.

Se levantaron en hombros los unos a los otros y se soltaron codazos y patadas que en lugar de provocar furia, invocaban sonrisas, como si se supiera que se estaban portando mal y de travesuras de niñatos se tratara.

Dropkick Murphys sonaron impecables; buzuki, gaitas, flauta, banjo y todos los demás instrumentos tan poco comunes en un sudorosos show de punk escaparon de las bocinas de manera precisa, pero lo mejor fue escuchar los cantos de la gente opacando al mismo Ken Casey al micrófono. La barricada en la plancha de la sala estuvo diseñada para poder darle la oportunidad a la banda de bajar y cantar en medio de la gente, lo cual fue factor clave para que la conexión entre banda y audiencia fuera inmediata y cómo pocas: puños chocando, brazos alrededor del cuello y giros cual irlandés embriagado fueron épicos.

Hubo un momento de gloria en el que, con covers a“T.N.T.” de AC/DC y “Workin’” de sus majestades skinhead Cock Sparrer, se tuvo a personas cuyos credos podrían ir desde el hardcore al psychobilly pasando por el oi! y el punk rock abrazados y gritando al unísono. Unión mediante la música y el baile, con una sola dirección.

“Do Or Die”, “Kiss Me, I’m Shitfaced (con invasión de señoritas en el escenario )” y el épico cierre de “Takin’ Care of Business” dejaron a todos empapados de sudor y a unos hasta arrastrándose del cansancio, pero con con ese particular sabor en la boca que solo un show de punk rock puede dar cuando se siente una hermandad especial que solo esa música puede obsequiar. Un show como pocos.

La primer noche de The Lumineers en México

Cinco chicos y un solo disco bastaron para hacer estallar al José Cuervo Salón; el anuncio de que The Lumineers llegaría a nuestro país fue una grandiosa noticia que poco a poco fue generando especulación. Finalmente, la noche al fin llegó y de qué manera.

La banda costarricense 424 fue la encargada de abrir el recital frente a un púbico que se veía feliz y que los recibió de igual manera. Aunque no se lo esperaban, conquistaron a los presentes, tanto que al finalizar su set la gente pedía más y más.

La emoción se respiraba en el aire y para cuando los integrantes de The Lumineers salieron al escenario no pudieron ocultar su sorpresa y así comenzaron con “Submarines”, “Ain’t Nobody’s Problem” y “Flowers In Your Hair”, para la que Schultz detuvo todo y pidió que dejaran las cámaras para disfrutar el momento. Acto seguido, la audiencia bajó los celulares y una a una comenzaron a verse chicas sobre los hombros de sus acompañantes, quienes se volvieron locas con “Ho Hey”, canción que catapultó a la banda a los oídos del mundo.

No cabe duda que la banda está compuesta por grandes músicos y lo demostraron intercambiando de instrumentos incontables veces durante todo el show. Uno de los puntos altos de la noche fue el cover de “Subterranean Homesick Blues” de Bob Dylan, en el que Pekarek se lució en el cello, agregando un tono sombrío que apropiaba la canción al sonido de la banda.

Después de un set nostálgico y una canción inédita, Schultz y Fraites se lanzaron al público con la guitarra arriba para llegar a un pequeño escenario montado en medio del recinto, en el que al llegar sólo pudieron exclamar “es cierto, son un público loco”. Seguramente fue en ese momento cuando la banda se dio cuenta de que todas las personas a su alrededor los amaban tal vez más de lo que creían.

Tras aderezar el mágico momento con “Charlie Boy” y “Darlene” regresaron al entarimado principal para despedirse con “Flapper Girl” y “Stubborn Love”. Evidentemente aún faltaba el encore, pero ese espacio en el que la gente pide que vuelvan al escenario parece ser siempre gratificante; así salieron para terminar con “Morning Song”, “Gale Song” y la más pedida de la noche. No, no se escuchaban ho y hey’s, en vez de eso, aplausos al ritmo de “Big Parade” pedían aquella canción.

Los arreglos que la banda le hizo a su repertorio sorprendieron, se notaban más contraste con las emociones. Si en estudio llegaba a parecer algo triste, en vivo fue entrañable, y si por momentos parecía alegre, en directo desató euforia .

Si bien las localidades no se agotaron, entre camisas de cuadros y mucha mezclilla los fans mexicanos hicieron parecer que en el lugar no cabía un alma. El sonido fue bastante bueno y el equipo de luces bien coordinado para un show cálido y sencillo. Con absolutamente todas las canciones coreadas, The Lumineers se notaba feliz y gratamente sorprendida por el amor que recibió.

Celebración a los muertos con Peter Hook

El día de muertos funge como una tradición para evocar a los que ya no están, los que dejaron un espacio y serán siempre recordados. Es imposible asistir a un show alusivo a Joy Division o New Order sin pensar en el caído Ian Curtis. El entonces bajista de los pioneros del post-punk regresó a México a ofrecerle más que una ofrenda, una noche de homenaje.

Peter Hook & The Light trajo lo que muchos seguidores del grupo ingles esperaban: escuchar Unknown Pleasures y Closer en su totalidad. Hooky saltó al escenario, que estaba adornado por un par de ofrendas a Curtis, para comenzar con un set de la banda que abandonó en 2007: New Order.

A pesar del creciente ánimo del público de escuchar las canciones de Joy Division, “Let’s Go” y “Dreams Never End” fueron coreadas por varios que alzaban su puño en dirección al escenario. El bajeo de Hook cobró suprema fuerza en “Age Of Consent”, mientras que los asistentes saltaban y agitaban sus cabezas como si estuvieran en el club londinense ochentero The Hacienda.

Para seguir el baile, siguieron “Subculture” y “State Of Nation”. El primer corte del show terminó con “True Faith” y “The Perfect Kiss”, dando fin al groove ochentero. La banda abandonó el escenario por unos minutos para regresar con el set del álbum Closer, tras un discurso preparado por Peter que leyó un traductor, y la dedicación: “este show va para la memoria de Michael Shamberg, que en paz descanse”.

Los beats de Andy Poole ahora eran sustituidos por el introspectivo tamborileo de Paul Kehoe. Hook abandonó la playera del Club Barcelona que portó al inició de su presentación para adoptar la playera oficial del show: una especia de calaverita impregnada con el diseño del álbum Unknown Pleasures.

La presencia de las canciones de Joy Division era evidente. Los asistentes comenzaron a empujar hacia adelante, la fuerte y ronca voz de Hook reconceptualizaba los temas compuestos por Ian. El bajeo impecablemente ejecutado de Jack Bates, hijo de Hook, contrastaba con las minimalistas apariciones en la guitarra de David Potts.

Desde “Atrocity Exhibition” hasta “Decades”, el José Cuervo recordó el segundo álbum de la mítica banda formada por Ian Curtis, Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris. Aunque aún faltaba repasar el LP más recordado, aquel que figura en miles de playeras alrededor del mundo. Tras otro breve descanso, toco el turno del set de Unknown Pleasures.

Un encore, y el final esperado con “Transmission” y “Love Will Tear Us Apart” dieron fin a la celebración de muertos, demostrando que la música de Joy Division siempre quedará viva, ya sea en la música de Peter Hook, de New Order o el gusto de la gente.

Celebración negra: 20 años de Hocico

Hace 13 años aproximadamente escuché por primera vez el término rivet. Desconocido para mi hasta ese momento, lo ligué a la música industrial, un poco al post punk y a algo que no sabía definir (con el tiempo descubrí que, tal vez bajo las influencias de Throbbing Gristle, y desde D.A.F. hasta Neon Judgment, era algo más que cyberpunk).

Un grupo pequeño en comparación con los movimientos que en ese entonces existían (aún no se le llamaban tribus urbanas) deambulaba entre la Unidad de Trabajo Autogestivo y el Dada X, el cual se caracterizaba por no parecerse a nadie más y moverse en un submundo obscuro, nocturno y poco civilizado en ese entonces: El Centro Histórico. Hocico ya figuraba en ese mundo y saber que iba a tocar e ir a verlo era casi tan emocionante como si viniera Feindflug.

Desde esos viejos toquines en el Dada hasta la celebración de ayer han pasado muchos años ya, nos hemos hecho viejos y hemos perdido nuestras esperanzas; ya no brincamos, ya no bailamos y los jóvenes no existen porque están poco interesados en ver a una banda vieja que nunca tuvo el reconocimiento merecido en su propio país aún así tuviera la capacidad de tener como teloneros o ‘actos invitados’ a otros grandes del género directamente desde Alemania.

La celebración de ayer por la noche fue como la fiesta en la que invitas a todos tus amigos y únicamente llegan los íntimos, aquellos con los que siempre puedes confiar, curiosos por ver bandas que nunca habían podido ver como Hardwire y Xotox, y presenciar actos contundentes ya referencia como Miss Construction y Agonoize; Pero así como esos amigos han crecido contigo así se han convertido en personas cansadas que consideran que el show es el mismo desde hace 20 años aunque el sonido sea más pulcro, más limpio, más intenso y, en definitiva, más contundente.

Desde la salida del mariachi, algunos gritaron el clásico: “¡Cámara, Hocico!” mientras otros cantaban con aplomo las clásicas melodías mariachi para después entonar, como un buen José Alfredo Jiménez, “Odio en el Alma“.

Hocico triunfa más en el M’era Luna que en el viejo José Cuervo Salón de su propia casa para no romper con la tradición. A pesar de una anunciada y ejecutada producción de primer nivel, el lugar ayer estuvo más bien vacío aunque juegue en cancha local el campeón del mundo del aggrotech. Acompañaron en la celebración unos esperadísimos Agonoize y unos cómicos y fascinados Miss Construction.

Le deseamos a Hocico muchos triunfos más y muchos años más. Le deseamos al público mexicano más apertura (porque difusión la hubo). Hocico no tiene nada que demostrar, son grandes entre los grandes. Gracias por venir a celebrar con nosotros, su gente, no todos lo demuestran pero seguimos muchos que aún los seguimos valorando y disfrutando.

Cut Copy: bailar sin importar que sea domingo

Luego de su presentación en Monterrey para el Hellow Festival, la agrupación australiana Cut Copy arribó a tierras defeñas para poner a bailar a sus fans sin importar que fuera domingo, lloviera y la ciudad entera estuviese vacía.

Desde las seis de la tarde la gente comenzó a llegar al Cuervo Salón y pese a que dos horas después, cuando empezó el show de Patterns, el lugar no alcanzaba ni siquiera una tercera parte de su cupo, los costarricenses lograron encender la llama festiva que estaba por venir, cosa que muy pocas bandas teloneras logran.

Tras un set de media hora, las ovaciones del público y el anuncio de su presentación en el Imperial, Estefani Brolo y compañía cedieron el templete a Cut Copy, quienes dieron inicio a una hora plagada de éxtasis y felicidad con “We Are Explorers”.

Era incomparable la cara de gozo de los asistentes, los gritos y el continuo baile que no dejaba sus pies, sin mencionar lo emocionados que se mostraban los provenientes de Melbourne ante tal calidez mexicana.

Continuaron con “Take Me Over”, “Free Your Mind” y “Where I’m Going”, pero fue hasta “So Haunted” y “Hearts On Fire” que la fiesta en verdad llegó a su punto más alto, pues Tim Hoey, guitarrista de la banda, vació cerveza en la batería, e intempestivamente se movió de un lado a otro, dejando entrever su entusiasmo etílico.

“Hemos estado de gira casi todo el año, especialmente estas dos últimas semanas. Nos da mucho gusto estar aquí, porque la Ciudad de México es el mejor lugar para tocar; ustedes son jodidamente fiesteros”, de esta manera, Hoey dedicó a los presentes “Saturdays”, uno de los temas más inesperados en la velada.

La noche siguió con canciones de su más reciente disco, Free Your Mind, que a pesar de estar acompañados por visuales psicodélicos aletargaron el concierto durante algunos instantes, pero, de nueva cuenta, Dan Withford y compañía recuperaron el show con interpretaciones prolongadas, distintas, improvisadas; así sonaron “Out There On The Ice”, “Let Me Show You Love” y“Meet Me In a House Of Love”.

La juerga estaba por terminar cuando se escucharon los primeros loops para “Lights And Music”. Brincos por doquier y cantos al unísono con una coreografía inigualable de Dan, además de un Tim ya cansado que apenas podía decir algunas estrofas y dio término la primera parte del show.

Después de unos instantes, Cut Copy retornó con la parte más emotiva de su presentación al tocar “Nobody Lost, Nobody Found” y “Need You Now”. Posteriormente, bajaron al escenario a despedirse de todos los que se encontraban hasta adelante en señal de afecto y agradecimiento por ser un público inigualable.

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Solo un pensamiento: Los Cafres

Sábado de gran actividad en la capital, calles cerradas por la logística del Maratón de la Ciudad de México, fuertes lluvias, miles de personas en las calles por la quincena, encuentros deportivos y más cosas que se pueden hacer durante un fin de semana, cómo diría Chava Flores:

“Sábado Distrito Federal,
Desde las diez ya no hay donde parar el coche
ni un ruletero que lo quiera a uno llevar
llegar al centro atravesarlo es un desmoche
un hormiguero no tiene tanto animal”.

Pero este día también tenía su encanto y es que el José Cuervo recibiría a Los Cafres para continuar con el paso de su gira por sus primeros 25 años de carrera. Si bien, hace apenas unos meses los argentinos nos visitaron durante el Vive Latino, esto no fue sufciciente para disfrutar como se debe de esta banda considerada como una de las más importantes exponentes del reggae a nivel mundial.

Después de una torrencial lluvia que provocó que las calles aledañas al recinto se inundaran y uno tuviera que cuidarse de los automóviles o caer en un gran charco, el público se fue apoderando del lugar y mientras unos se uniformaban con las playeras de los puestos de afuera, otros ya entraban para poder tener mejor lugar.

El contador del personal de seguridad avanzaba conforme pasaban los minutos y antes de que dieran las 20:00 horas el Tepexicuapan Sound System acompañado por el Real Stylo fueron los primeros en poner el ambiente de fiesta a esta noche, con temas que abogaban por la libertad personal, gozo y apoyo a la marihuana, acompañados por puños y palmas al aire de los ahí presentes.

Luego de ir preparando el terreno y fungir también como un buen anfitrión y maestro de ceremonias, el Real Stylo abandono el escenario para darle paso a una de las agrupaciones nacionales que poco a poco se ha ido ganando el cariño del público: Golden Ganga.

En el audio local se podían escuchar canciones de Bob Marley, que calmaban la ansiedad de las ya miles de almas que se encontraban en el lugar, fue hasta las 20:30 que los tapatíos fueron subiendo uno a uno.

“Estamos muy contentos de estar aquí en la gran Tenochtitlan con nuestros hermanos mexicas, nuestra raza”, comentó su vocalista Adán para dar paso a lo mejor de su repertorio.

Temas como “Nada es casualidad”,  “Hablar Cantando”, “Amanecer”, fueron haciendo que el vapor de los cuerpos y otros humos fueran subiendo, para crear una atmosfera de armonía que nunca decayó y menos cuando se escuchó “Aire”, “Algo” y “Tú”, temas que fueron agradecidos por besos entre las parejas y uno que otro Don Juan que trataba de impresionar a la chica de junto.

Con la emotiva “Gracias”, Golden Ganga se despidió de sus seguidores para prometer regresar muy pronto y continuar con la promoción de su más reciente producción Energía Libre.

En ese momento las luces se volvieron a apagar, la sala para fumadores y los sanitarios se volvieron a llenar, las cervezas volvieron a recorrer la plancha, mientras el staff de los argentinos comenzaba a hacer el cambio de instrumentos.

Todo iba bien, hasta que el equipo tardó más de media hora en dejar todo listo y poder das luz verde a Los Cafres, los gritos y chiflidos no se hicieron esperar, fue también que en este momento a unos seguidores de la parte de arriba (ya en estado de ebriedad) les salió lo mexicano y comenzaron a gritar como si estuvieran en un estadio de fútbol y le reclamaran al portero contrario.

Por fin luego de ir y venir sobre el escenario, uno a uno fueron subiendo Los Cafres, ya estaba escrito, la fiesta había llegado a su máximo esplendor, sin mediar palabra y luego de un intro que dejó escuchar su gran capacidad musical Guillermo Boneto subió frente al respetable, vestido de una forma muy elegante  y sin mediar palabra se escuchó “Suena la Alarma”.

Siempre con una sonrisa en el rostro y agradeciendo el cariño de sus seguidores mexicanos, que abarrotaron el José Cuervo, Boneto comentó: “Gracias por tanto afecto, siempre nos ha ido muy bien desde la primera vez que venimos a México”.

“Kaos”, “El Ángel”, “El Romano”, “La Foto de Zapata”, se escucharon y desataron aún más la euforia, en ese momento no había nada más que una gran comunión y conexión entre el público y la banda, el momento se había hecho más grande y el recorrido por lo mejor de su gran repertorio musical de estos 25 años no defraudo a nadie.

Luego de un encore, “El Paso Gigantge”, “Barrilete”, “Una Perla en mi Vida” y “Dale!”, volvieron a arrancar los gritos y fue en ese instante en que Guillermo tomó una bandera mexicana y desatara aún más esa locura, Los Cafres son de esas bandas de las que no puedes dar por hecho lo que harán sobre el entarimado, siempre llevan el momento más allá de lo imaginado

Tras una segunda pausa y de nueva cuenta los asistentes de la parte de arriba comenzaran con los gritos, los cuales fueron desaprobados por la mayoría de los ahí presentes, interpretaron “Secreto mío”, “Casi que me pierdo” y cerrar con “Si el Amor se Cae”.

Entre gritos, canto, baile, palmas, playeras mojadas, celulares en alto y demás muestras de cariño, Los Cafres se despidieron para prometer regresar muy pronto.

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Cuestión de fe: Ghost

A partir de esta línea, el relato necesita que el lector tenga absoluta fe en lo que se narra aún cuando no tenga la certeza de que así fue, de otra forma, el ritual no podrá acontecer; Ghost es una cuestión de fe y por ello necesita que sus fieles crean.

Desde la preparación comenzó el espectáculo. Primero se encendieron las luces posteriores, con tonos rojos, que iluminaron los vitrales del santuario; luego fueron colocados los inciensos en el escenario y finalmente, en total penumbra, se escuchó “Masked Ball” de Jocelyn Pook como introducción.

Enmedio de la oscuridad aparecieron cinco personajes cubiertos con túnicas y máscaras negras, quienes, por unos instantes, se mantuvieron de pie y firmes en la tarima, a la expectativa. El primer acto de los Nameless Ghouls fue “Infestissumam”, cuya letra en latín fue coreada de manera ensordecedora, al tiempo que el Papa Emeritus II, ataviado con una casulla negra con cruces blancas, una mitra sacerdotal plateada, un báculo con el símbolo de la banda y el rostro pintado como una calavera, aparecía en el escenario.

El andar del Papa Emeritus II contrastaba con los movimientos de sus espectros sin nombre; el primero parecía parsimonioso mientras que los segundos eran sólidos y veloces como sus canciones. Del otro lado de la barricada, los fieles también interpretaban su rol y coreaban al unísono temas como “Per Aspera Ad Inferi”, “Ritual” y “Prime Mover”. Una de las canciones que más revuelo causó fue “Secular Haze”, dando por entendido que el espectáculo-ritual había comenzado.

Ghost no es una banda propiamente de heavy metal, pero sí representa la sangre nueva del sonido pesado y obscuro. La mezcla de espectáculo teatral con su música genera una propuesta ante la cual el público no se puede resistir. En la Ciudad de México se presentó una audiencia variopinta; había padres de familia (con playeras de bandas consagradas) acompañando a sus hijos (con playeras de Ghost), parejas, metaleros y no metaleros, y hasta niños disfrazados.

El público mexicano se rindió ante el ritual de la banda sueca y en el segundo momento clímax de la noche fue evangelizado. Al interpretar “Elizabeth” y “Body & Blood”, Papa Emeritus II presentó a un par de monjas que cargaban unas copas plateadas con hostias, quienes bajaron del escenario y se acercaron al público para ofrecer la comunión.

El setlist para el concierto en el José Cuervo Salón se enfocó principalmente en su último álbum, Infestissumam, pero también incluyó temas de su primer disco, como “Stand By Him”, “Genesis” y “Death Knell”, además de los covers “Here Comes the Sun” de The Beatles e “If You Have Ghots” de Roky Erickson, ambos lanzados en un EP que vio la luz hace algunos meses.

Cerca del final, pedida a gritos por una audiencia que no se movía se lugar, se escuchó "Year Zero" y para el encore se incluyeron “Ghuleh/ Zombie Queen” y “Monstrance Clock”. Las luces se encendieron y la banda se despidió, pero el público siguió coreando: “Come together, together as one. Come together, forever as one.”

Ghost es cuestión de fe. Es necesario creer que su espectáculo, tal como está pensado, es posible. Conlleva dejarse sorprender y ser cómplice. Después, cada uno puede ir en paz. 

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Peter Hook & The Light en el Cuervo Salón

De nueva cuenta, el ya legendario Peter Hook visitará la Ciudad de México para presentar lo mejor de su trabajo al lado de las bandas Joy Division y New Order.

Contrario a su último concierto en el Lunario del Auditorio Nacional, en esta ocasión el set principal estará enfocado a la banda liderada por el desaparecido Ian Curtis, con la interpretación integra de los álbumes Unknown Pleasures y Closer, mientras que a manera de apertura, será interpretado un set corto con material de New Order.

Aún se desconocen precios y a partir de cuando estarán disponibles los boletos, pero la fecha fue confirmada por el mismo Hooky a través de sus distintas cuentas en redes sociales.