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Corona Hell and Heaven Metal Fest 2016

Corona Hell and Heaven Metal Fest 2016

I WANNA ROCK. El viaje entre el cielo y el infierno.

Eran las 11:30 de la mañana y el tránsito por el Viaducto de la Ciudad de México estaba a vuelta de rueda, todos íbamos hacia el mismo lugar. Al acercarnos a los alrededores del Foro Sol ya se veía un ejército de soldados enlistándose para el apocalipsis, miles de almas vestidas de negro se dirigían hacía el festival más grande de metal de Latinoamérica.

La puerta 6 del Autódromo Hermanos Rodríguez recibió la emoción, éxtasis y poder que todos sentíamos al entrar a este lugar. La caminata desde la entrada se convirtió en un lugar lleno de metal y folklor con cientos de puestos que vendían todo tipo de objetos o artículos que un metalero pudiera necesitar: desde la pulserita de Rammstein, la playerita para la futura generación de metaleros o el disco edición limitada de la banda más underground de la escena; mientras que del otro lado pasaban yendo y viniendo bici taxis pidiendo permiso a punta de chiflidos para que los peatones, que estaban absortos en el momento, no se les atravesaran en el camino.

A la mitad del camino encontré colgadas un par de jaulas con algunos incautos muy divertidos tomándose la foto del recuerdo y apresurando el momento porque la fila presionaba. Un poco más adelante los retenes hicieron su aparición para la revisión exhaustiva correspondiente y nos dieron la bienvenida al festival.

Las lonas de mercancía oficial aparecieron inmediatamente con filas interminables de metaleros que queríamos portar orgullosos nuestra pasión más grande. Playeras de Ghost, Twisted Sister, Rammstein, Five Finger Death Punch, Fear Factory y del festival, vestían las paredes de aquel pequeño santuario mientras que todos comprábamos la que más nos gustaba. Los vendedores de cerveza, con vasos oficiales del evento, corrían de un lado a otro por la solicitud de todos los que queríamos un recuerdo más y la gente corría, caminaba, se encontraba, vivía y sentía el metal en su cuerpo.

Bandas mexicanas como War Kabinett, Raven Black, Black Overdrive, Winter Haven, Obey the Moon, Seal the Rhizome, El Cuervo de Poe, Espina, entre otras, abrieron el festival y calentaron los motores.

Transmetal se hizo presente mientras entraba en la zona de escenarios principales. El lugar ya estaba lleno de niños y adultos que se divertían de formas diferentes y decidían cuál sería el itinerario del día. Los amigos se tomaban fotos, los novios se besaban apasionadamente transpirando su emoción, la nueva generación de metaleros entraba a un mundo desconocido y yo solo observaba maravillada todo eso sabiendo que había llegado a casa.

El Heaven Stage estaba lleno y Fear Factory, banda norteamericana de metal industrial, salió al escenario. La gente gritaba y coreaba sus canciones, el headbanging se convirtió en una forma de comunicación entre el público y la banda, y su sonido contundente inundaba los oídos de todos mientras que Driven, banda de hard rock mexicana, se presentaba el New Blood Stage y enamoraba a todos con la voz de Mireya, su vocalista.

El lugar se llenaba cada vez más y nuevamente el Heaven Stage fue testigo de otra banda de metal industrial. La banda enmascarada Mushroomhead tomó las riendas y a través de su furia conquistó a su público con riffs de guitarra, sonidos industriales y tambores llenos de agua que desbordaban el sonido.

El cielo llegó a mis ojos y Dragonforce hizo lo que mejor sabe hacer en el escenario. La banda británica de power metal liderada por Marc Hudson llenó el festival de pasión y velocidad con su sonido característico en las guitarras e hizo que su público saltara y coreara con “Through the fire and the flames”. No muy lejos de ahí, ANIMAL hacia estallar el escenario en el Alternative Stage.

Un sombrero vikingo apareció en el Hell Stage y los asistentes empezaron lanzar gritos. La banda sueca Amon Amarth había llegado al Hell and Heaven Metal Fest para llenar el ambiente de viking metal. Guerreros vikingos pelearon en el escenario mientras que ellos tocaban, “Guardians of Assgard”, canción de su disco Twilight of the Thunder God, fue coreada con fuerza por todos y el mosh pit no se hizo esperar.

Es una verdadera lástima que no se pudiera presentar Dying Fetus en el True Metal Stage y con eso adelantaran la presentación de Sepultura. Me hubiera encantado hacer headbanging con “Arise” y poder ser testigo de como la banda después de 30 años sigue teniendo la misma fuerza para hacer que su público haga mosh pit y estalle con el riff y guturales de “Roots Bloody Roots”.

La noche empezaba a caer y la gente a pesar del cansancio no dejaba de cantar ni de vivir el momento. Los niños ya estaban en los hombros de sus padres y las carriolas eran un medio de transporte constante en el paisaje. La gente bebía cerveza, los extranjeros veían maravillados hacia su alrededor y las banderas de países hermanos empezaban a hacer acto de presencia.

Era el turno de Epica en el Heaven Stage y los labios negros de Simone Simons se movieron para deleitarnos con su voz. La banda holandesa de symphonic metal tocó con su estilo característico y los guturales de Mark Jansen resonaron. Simone se quitó los zapatos sonriendo y “Cry for the Moon” se hizo presente para que todos pudiéramos escucharla, aunque es evidente que su voz ya no es la misma y los tonos agudos que alcanzaba en un principio, hoy son pasado.

Las campanadas que llamaban a misa empezaron a sonar en el infierno. Como algo premeditado las gotas de lluvia empezaron a caer en ese instante y todos hicimos caso de la señal. El papa Emeritus III salió al escenario y detrás de él su sequito de Nameless Ghouls. “Cirice”, “Ritual”, “Year Zero”, “Devil Church”, entre otras, fueron las canciones que Ghost interpretó para su público. La gente gritó, las banderas de países extranjeros ondearon, todos hicimos comunión con el metal que escuchamos y las gotas de lluvia pararon. El cielo nos daba permiso de seguir con nuestro ritual.

La banda Five Finger Death Punch (5FDP) hizo acto de presencia, aunque la respuesta del público no fue la esperada. Su música es un poco repetitiva y no causó el efecto que la banda anterior nos había dejado: un buen sabor de boca.

La espera terminó en el cielo y al fondo del escenario Heaven Stage se mostraban sus siglas. “Forty and Fuck it” era su lema, Dee Snider salió para corroborarlo y Twisted Sister explotó frente a todos los espectadores con la compañía de Mike Portnoy en la batería. Después de 40 años de carrera y muchos éxitos, su presentación se llenó de recuerdos, brincos, memoria de los que ya se fueron y fuego. “We are not gonna take it” retumbó y terminó con un final en el que todos cantamos “Huevos con aceite” muertos de la risa y brincando, “The Price” hizo latir muchos corazones y “I wanna rock” nos hizo recordar por qué estábamos ahí. La razón de nuestras vidas es el rock y con esta última gira Twisted Sister nos demostró que para el rock no hay tiempo, espacio o edad. Lo mejor del festival.  

La historia estaba por concluir cuando un conteo terminó, una manta negra se desvaneció y el headliner Rammstein salió al escenario. “Oe, oe, oe, oe, Rammstein, Rammstein era coreado por miles de personas y los alemanes nos regalaron un espectáculo lleno pirotecnia, luces, plataformas, fuego y actuación. Por un momento los mexicanos hablamos lenguas germánicas y entendimos todo. “Du hast” se convirtió en nuestro himno, “Zerstören” hizo volar las cabezas, “Seemann” nos trajo un momento de nostalgia, y cerramos una noche perfecta con “Engel” y sus alas de fuego y “Te quiero puta” haciendo un homenaje a nuestro país. La banda se hincó frente a nuestra tierra, la banda se fue dejando huella en un país que la ama como si fuera propia.

Los fuegos pirotécnicos estallaron y llenaron la obscuridad haciéndonos recordar que no todos los finales son dramáticos. Los colores iluminaron nuestras pupilas para decirle adiós a un día inolvidable y por un momento el dolor de pies, la sed y el cansancio no existió.

El regreso fue lento. Todos caminábamos juntos, cansados. Un grito de “¿dónde estás mi amor?” se escuchó y estallamos en carcajadas, una metalera gritó “Me duele la ciática” y volvimos reír. A mí me dolía el alma, pero estaba feliz por haber presenciado este festival. En el camino reflexioné sobre lo que les contaría hoy en esta reseña y concluí que terminaría diciéndoles que es una lástima que un festival internacional como este, con bandas nacionales e internacionales magníficas y un final tan explosivo y sublime, haya sido opacado por la desorganización tan marcada que hubo con la prensa.